Un pequeño tiburón cornudo ya vuelve a nadar en las aguas del acuario de San Antonio en Texas. Su periplo ha sido, como poco, inusual. Los causantes: una aparente familia tejana simpática e inocente, pero hay trampa. En el carrito de bebé que portan llevan al tiburón recién robado de una piscina de fácil acceso.

Tuvieron que pasar 45 minutos para que le echasen de menos, pero afortunadamente la policía consiguió recuperarlo y devolverlo al acuario. Cosa rara lo de robar un tiburón, pero más extraña aún es la imágen que se encontró la policía de Sevilla. Quizá fue la apremiante necesidad por consumir Vitamina C la que llevó a dos ladrones a robar ni más ni menos que 4.000 kilos de naranjas y guardarlas en varios coches.

Apropiarse de lo ajeno, 'sisar', 'hurtar' o, simplemente, hacer uso de tu derecho como estadounidense de portar una pistola. Porque la vida del ladrón es dura. Otra situación extraña: un hombre intentó hasta tres veces forzar la cerradura. Al final, quien verdaderamente evitó el robo fue la poca paciencia del ladrón.

Eso es un fallo que no tiene cabida en la vida del mangante. Es importante tener alguna noción sobre la medida de lo que se va a robar. Saber conducir también ayuda, y contar con animales como secuaces ya los eleva a otra categoría superior.