Tres hombres cogen un tiburón de una pecera, lo envuelven en una manta húmeda y lo meten en un carrito de bebés. El vigilante lo capta con la cámara y da orden de que los arresten, pero los agentes solo pudieron arrestar a uno de ellos.

Ya estando fuera, en el aparcamiento del acuario, detectan a tres hombres, pero los otros dos se van sin enseñarle el contenido de la furgoneta diciendo que su hijo estaba enfermo. El tiburón se ha podido rescatar y ya nada de nuevo en aguas del acuario de San Antonio.