Aznar se presentó en el juicio por la caja B del PP que se sigue en la Audiencia Nacional en la versión más genuina de sí mismo. Etiquetó a todos y cada uno de los abogados de las acusaciones populares, poniendo de manifiesto que representan a partidos de izquierda y asociaciones progresistas, lanzó otro dardo a Rajoy al dejar claro que no pone la mano en el fuego por ninguno de sus sucesores, y recalcó, tan vehemente en las formas como en el fondo, que nunca conoció "ninguna contabilidad B ni paralela" en la organización que dirigió durante 14 años. "Me puede realizar treinta o quinientas veces la misma pregunta, que la respuesta va a ser siempre la misma", advirtió.

Rajoy, de normal más familiarizado con la mesura, abandonó la templanza que requería a Luis Bárcenas cuando éste le exigía una solución a sus problemas judiciales y pasó al ataque personal y directo contra su antiguo subordinado. Calificó su relato de "delirante y demencial" y aseguró, con real o fingida indignación, que siente "vergüenza" por sus acusaciones, en especial por la que más le ha dolido: el teatral episodio en su despacho en el que, según el extesorero, destruyó una copia de sus papeles manuscritos ignorando que su interlocutor se guardaba otra. Lo zanjó con una frase muy del estilo Rajoy: "Nunca he triturado lo que nunca he tenido en mis manos".

A continuación, amplió el periodo de garantía ofrecido por Aznar y aseguró que en sus 40 años de militancia en el PP "jamás" escuchó a nadie hablar de esa caja B de la que, recuperando otra de sus citas memorables, le estaban hablando. "Lo que se dice en esos papeles es absolutamente falso, lo digo yo y el 95 por ciento de las personas que aparecen. Lo que se dice ahí es mentira. ¡Falso de toda falsedad!", recalcó.

Para la ocasión también recuperó uno de los mantras que los populares han repetido hasta la saciedad durante toda la instrucción judicial: que la caja B no era del PP sino de su tesorero, Luis Bárcenas, y que ninguna responsabilidad cabe más allá de él y de su antecesor en el cargo, Álvaro Lapuerta, ya fallecido. Afirmación que no es más que la renovada adaptación del lema con el que Rajoy y la plana mayor del partido afrontaron en 2009 el estallido del caso Gürtel, cuando el entonces jefe de la oposición clamaba que no se trataba de "una trama del PP sino de una trama contra el PP".

La verdad del Supremo

El relato de Aznar y Rajoy es contundente pero choca frontalmente con la única verdad que existe en un Estado de Derecho, que es la judicial. Y esa verdad judicial -firme, precisa e incontestable- la estableció el 14 de octubre de 2020 la Sala Segunda del Tribunal Supremo, cuando dictó la sentencia de casación que enmendaba parcialmente la de la Audiencia Nacional por la primera época de actividades de la trama Gürtel.

El ponente de la sentencia, Juan Ramón Berdugo, dejó escrito en la página 1.077 de su resolución: "El tribunal contó con prueba de cargo válida y suficiente para concluir tanto la existencia de una caja B, o 'contabilidad extracontable' del PP, sobre la que el recurrente (Luis Bárcenas) ostentaba plena capacidad de control y disponibilidad, como los distintos actos de apoderamiento verificados por éste, incluido el uso de 149.600 euros, procedentes de dicho fondo, para adquirir unas acciones de la entidad Libertad Digital".

Para tratar de deslegitimar el pronunciamiento del alto tribunal, los estrategas de Génova esgrimieron que el Supremo reconocía que la Audiencia Nacional había considerado, de forma errónea, que el PP era "conocedor y responsable penal, aunque fuera a efectos teóricos", de los delitos cometidos por los integrantes de la red corrupta, cuando en realidad su condición en la causa era la de partícipe a título lucrativo, que supone haberse beneficiado de los actos ilegales sin saber que lo eran.

Pero obviaron que, a renglón seguido, los magistrados añadían: "En modo alguno resulta reprochable que para configurar el contexto en que los hechos enjuiciados suceden, se mencione el resultado de los diferentes medios de prueba relacionados con el Partido Popular, cuando precisamente es el nexo común que sirve de amalgama al conjunto de episodios y actuaciones recogidos en la declaración de hechos probados”.

De la caja B a las tarjetas black

Las manifestaciones de los dos expresidentes del Gobierno tampoco se compadecen con los testimonios que en este mismo juicio han realizado varios de sus compañeros de partido. Los responsables de la caja de Génova explicaron con detalle cómo troceaban las donaciones en metálico y las ingresaban en el banco cuidándose de no superar nunca el límite establecido por la ley. Los exdiputados Jaime Ignacio del Burgo y Eugenio Nasarre y el exsenador Pío García-Escudero negaron la existencia de la caja B, pero reconocieron que recibieron aportaciones en metálico autorizadas por el extesorero Álvaro Lapuerta que consideraron legales porque venían acompañadas de los correspondientes recibís.

De sus manifestaciones se deduce que prefirieron suponer que esos ingresos se declaraban puntualmente a Hacienda, lo que recuerda demasiado a las explicaciones que dieron, también en la Audiencia Nacional, los exdirectivos de Caja Madrid condenados por el uso de las tarjetas black, que dijeron que siempre pensaron que la entidad tributaba por ellos. Como si la Caja no fueran ellos. Como si ellos no fueran del PP.

Al igual que los populares, los condenados por las black se afanaron en desacreditar el documento Excel que la dirección de Bankia post-Rato entregó a la Fiscalía Anticorrupción con sus extractos de gasto personales. A esa indignación le puso voz un desencajado Gerardo Díaz Ferrán, expresidente de los empresarios: "¡Estoy muy cabreado con esa hoja, esa hoja no vale nada, es papel mojado!". Este miércoles le emuló Mariano Rajoy: "¡Esos papeles no tienen ningún valor!".