"Cada vez que usted abre la boca sube el pan". Pedro Sánchez ha salido al ataque en un intenso cara a cara con Alberto Núñez Feijóo en el Senado, el primero del año, donde el debate sobre las medidas económicas del Gobierno se ha convertido en una batalla electoral.

Sánchez ha dedicado gran parte de su primera intervención a defender su gestión económica, que ha permitido que España cierre 2022 como el país con mayor crecimiento de la Unión Europea, menor inflación y también con un descenso del paro. El líder socialista ha insistido en la comparación que ya hizo la semana pasada en el Congreso: contraponer el modelo de salida de la crisis del PP, con recortes del Estado del Bienestar, y el del gobierno de coalición, donde ha primado la protección social.

"La gran preocupación ciudadana, su gran problema, es que la vida está más cara, que los salarios no son los que deberían ser, que a muchos hogares les cuesta llegar a fin de mes", ha aseverado Sánchez, marcando un discurso económico que le ha llevado a anunciar la subida del salario mínimo interprofesional hasta los 1.080 euros.

Sánchez ha criticado en numerosas ocasiones a la derecha y la extrema derecha, a quienes ha calificado de "profetas del apocalipsis", aunque ha querido dejar claro que no se conforma y que quiere que las cosas vayan todavía a mejor.: "Ni autocomplacencia, ni catastrofismo".

En su apelación a la derecha, Sánchez ha ironizado sobre los curanderos y ha acentuado su perfil social, defendiendo medidas progresistas como los impuestos a la banca, las energéticas y las grandes fortunas. "Si una empresa gana 600 millones al año, ¿por qué esa ganancia va a parar solo a manos de unos pocos? ¿Por qué se recompensa al consejero delegado, al consejo de administración, al director financiero... pero no a dependientes, transportistas, administrativos o reponedores? ¿No tienen ellos también parte del mérito de ese éxito empresarial?", se ha preguntado. El líder del Ejecutivo ha bromeado con el "contubernio judeobolivariano" que, a su juicio, promulga la derecha, y ha aseverado que el único plan que existe es "para socavar el Estado del bienestar y convertir los derechos en mercancía". Un esquema del que la derecha sería cómplice.

El formato del debate beneficia a Sánchez, con unas largas intervenciones frente a las cortas -aunque generosas- réplicas de la oposición. Núñez Feijóo, que no tiene escaño en el Congreso, ha deplorado lo que, en su opinión, ha sido una "deslegitimación" del Estado de las autonomías: las críticas del presidente al empeoramiento de la sanidad y la educación, ambas competencias autonómicas.

"Su discurso rezuma populismo. Menos mal que España ya no le cree, pero yo vengo a defender al Estado autonómico", ha dicho Feijóo.

El presidente popular ha intentado desmontar la "mitología" sanchista y el perfil de buen gestor y líder internacional de Sánchez. Ha sido un discurso cuajado de bromas e ironía, donde ha llegado a reprochar que el Gobierno que preside Sánchez no aporte soluciones a la ralentización del núcleo terrestre. Así, ha reprochado que España aún no haya recuperado el PIB prepandemia y que se haya disparado la deuda pública. "Si con esos datos el Gobierno cree que puede presumir de ellos, en ese triunfalismo la mayoría de los españoles no le vamos a acompañar", ha subrayado.

Su intervención ha sido muy dura y Sánchez se ha apresurado a replicarle en un tono que no se escuchaba desde el primer cara a cara entre ambos, en septiembre. El presidente le ha espetado a Feijóo que "cada vez que abre la boca sube el pan". Así, ha hecho un relato del año de gestión del presidente popular, donde ha cuestionado su perfil económico, ha reprochado la falta de acuerdo para renovar el Poder Judicial y también que haya calificado a su gobierno de "mediocre". Aquí, el Sánchez más irónico ha propuesto cambiar a la vicepresidenta Nadia Calviño por el condenado Rodrigo Rato, a Yolanda Díaz por Eduardo Zaplana o a Teresa Ribera por Jaume Matas.

"El colmo del descaro es criticar que el Gobierno nombre al presidente de Correos cuando usted fue nombrado por el Gobierno de Aznar presidente de Correos. ¿O es que le nombraron por su dilatada experiencia como cartero?", se ha preguntado.

El asunto más espinoso y el flanco por el que el Ejecutivo más tenía que perder era la ley del 'sólo sí es sí', de la cual Sánchez ha reconocido que presenta efectos no deseados. "Es una cuestión técnica que no refleja la voluntad ni del Ejecutivo ni tampoco de los ocho grupos que aprobamos esta ley en las Cortes. Y esos efectos indeseados, por supuesto, los vamos a corregir", ha convenido el presidente. Feijóo ha ofrecido sus votos para sacar adelante la reforma, pero la oferta, entre el ruido y la bronca, ha pasado desapercibida.