Desde el primer momento en el que ocurrieron los atentados del 11M, el Gobierno de José María Aznar se aferró a la tesis de la autoría de ETA, algo que, a día de hoy, sigue sin abandonar de forma contundente. Todo empezó el mismo 11 de marzo de 2004, cuando Ángel Acebes dijo con claridad que "el responsable de este atentado es la banda terrorista ETA".

Menos de dos horas después de esa afirmación, el entonces presidente del Gobierno reforzó esa idea, sin nombrar directamente a la banda terrorista, refiriéndose a ellos como "estos asesinos que tantas veces han sembrado la muerte por toda la geografía de España". A esa hora, el entonces portavoz de Batasuna, Arnaldo Otegi, ya había descartado la autoría de ETA.

"¿ETA detrás de los atentados? No contemplo eso ni como mera hipótesis", afirmaba entonces. A pesar del hallazgo de una furgoneta con siete detonadores y una cinta con versículos del Corán, el Gobierno insistía en la versión de ETA, a quien acusaban de buscar "un atentado de gran dimensión".

La sombra de la duda acechaba al Gobierno, que negaba que estuviera mintiendo. Lo cierto es que existieron presiones a periodistas y medios de comunicación, con la ministra de Exteriores, Ana Palacio, pidiendo a los embajadores que sostuviesen la teoría de la autoría de ETA, algo que la CIA ya estaba descartando.

Tanto es así que el mismísimo George Bush trasladó al embajador español en Estados Unidos, Javier Rupérez, que ellos "no tenían la seguridad de que hubiera sido ETA" y que podría haber sido "alguien diferente". El malestar llegó a la calle mientras el PP no soltó la versión de ETA hasta el día de las elecciones, que acabaron con una inesperada victoria de José Luis Rodríguez Zapatero.