La dirección de la cárcel de mujeres Wad-Ras de Barcelona ha conseguido evitar un motín de las reclusas por la crisis del coronavirusgarantizándoles una televisión en cada celda y ampliando el número de llamadas que pueden realizar a la semana.

Según informa 'El Taquígrafo', la tensión en la cárcel empezó el pasado lunes cuando se tomó la decisión de prohibir cualquier tipo de contacto de las presas con el exterior por la crisis del coronavirus. Una medida que incluye los vis a vis, tanto familiares como íntimos, y las visitas en las que las presas ven a sus seres queridos a través de un cristal.

Estas medidas propiciaron que las presas, organizadas, se negaran a comer en el comedor de la prisión y exigieran que la director del centro penitenciario acudiera a negociar. Allí se personó la subdirectora.

Las presas comunicaron a la subdirectora que sus reivindicaciones crecerían si no se atendía a su reclamación para poder recibir visitas. Además exigieron la aplicación de medidas alternativas, como el uso de pulseras telemáticas, para que aquellas presas que gozaran de permisos o del tercer grado pudieran llevar el confinamiento decretado en el estado de alerta desde sus domicilios familiares.

También pidieron que se extremaran las medidas de protección para los funcionarios que trabajan en prisión, exigiendo el uso de mascarillas, que hasta entonces no las utilizaban. Una petición que ha sido cumplida ya que los funcionarios ahora llevan los equipos de protección correspondientes.

Ante estas exigencias y observando la determinación de las presas, la dirección ha tratado de calmar los ánimos instalando un televisor en cada una de las celdas y otorgándoles diez llamadas telefónicas extra a la semana.

De momento la presión de las presas no ha continuado pero no han quedado satisfechas con estas medidas."Estamos dispuestas a llegar a donde haga falta, caiga quien caiga, de momento nos negamos a comer, pero es solo un aviso. Exigimos que se recuperen las comunicaciones con nuestros amigos y familiares. No somos animales y tenemos los mismo derechos que cualquier ciudadano, menos en la libertad", asegura una de las presas en conversación con el periodista Carlos Quílez.

"Ahora nos van a regalar una tele para cada celda y diez llamadas de teléfono extras a la semana. ¿Diez llamadas? La mayoría de las internas son extranjeras y no se pueden pagar las conferencias. ¿Para qué quermos más llamadas?", asegura la reclusa.