Llegó el día en el que las puertas se abren y la esperanza entra gracias a la llegada de la vacuna contra el coronavirus. Bernardina, una elegante mujer de 87 años que es residente en Hondarribia, País Vasco, se ha quitado su chaqueta para descubrir un brazo que creía que lo había vivido todo, pero aún le faltaba la vacuna contra una pandemia mundial.
Este domingo ha sido un día de chales de fiesta y párpados teñidos de azul, como los de Emilia, de 80 años, que ha sido la pionera de Aragón y se ha vacunado en una residencia de Zaragoza con un temple que no tiene la mayoría ni a los 20 años. "No hay que ser valiente, hay que pensar que lo están haciendo para favorecernos, por lo que no hay más que decir que sí a la vacuna", ha afirmado la mujer.
Y eso es lo que defiende también Batiste, el primer vacunado de la Comunidad Valenciana, a quien, si no le hubiesen seleccionado entre los residente de un centro de Rafelbuñol le hubiesen dado un gran disgusto. "Les dije que yo quería ser el primero o el segundo en vacunarme", ha expresado el hombre.
Mientras, en una residencia de Pamplona, Francisco, de 70 años, reconocía que estaba nervioso y, por ello, "un poco seco", pero tiene motivos de sobra para querer librarse de este virus cuanto antes: "Tengo a mi hijo y a mi nuera con covid", ha contado.
No es esta generación dada al remilgo, que se lo digan a la asturiana Pepita. "He pasado por tantas cosas que no tenía miedo a la vacuna", ha afirmado la mujer de 80 años a quien lo que le da miedo es tener que quedarse encerrada y no poder salir a andar, que tanto le gusta.
El primer vacunado en La Rioja, Javier, de 68 años, ha disfrutado de los flashes y los objetitos. "Voy a hacer historia con el pinchazo este", ha expresado, mientras que mucho más tímido se ha mostrado Vicente, 72 años, el primer vacunado de Extremadura, al que el pinchazo se le ha hecho corto.
En Hospitalet de Llobregat hemos visto a Josefa, de 89 años, muy tranquila y a Nicanor, extremeño pero madrileño de adopción muy resuelto. El hombre ha aparecido ante las cámaras con su cazadora puesta en la residencia en la que vive con su mujer en Vallecas, Madrid.
¿Se imaginan el miedo y la incertidumbre que han tenido que pasar durante estos meses? A todos nuestros mayores les debemos un aplauso y esperamos que puedan retomar lo antes posible la vida tranquila sin hitos históricos que tanto se merecen.