El asesinato de los dos guardias civiles en Barbate, Miguel Ángel y David Pérez, sigue conmocionando al país conforme se van conociendo más detalles, pero también por el relato de sus familiares, rotos de dolor. Este miércoles la madre de Miguel Ángel, Francisca María Gómez, ha querido hablar en público sobre su hijo, sobre cómo era, sobre lo que le gustaba, sobre sus misiones, de las que él no le contaba nada, solo cuando ya habían pasado.

Confiesa que estos días están siendo oscuros, pero que saca fuerzas del recuerdo, de la sonrisa de su hijo, para pedir justicia. Así, sin soltar su fotografía, Francisca sonríe al recordar a su hijo y asegura que "era excelente". Apasionado de su profesión del buceo, alegre, divertido, Miguel Ángel "era luz, siempre con la sonrisa puesta": "La sonrisa eterna". El agente amaba al cantante Manuel Carrasco y era un aficionado al balonmano desde los 6 años porque era "un peleón", pero su pasión era el Cádiz, cuenta la madre a laSexta Noticias. "Cuando ascendió (el Cádiz CF), él estaba tirado en el suelo literal", añade.

Miguel Ángel tenía 39 años y, tras su muerte, ha dejado a una niña de 12 años. Él es natural de San Fernando, pertenecía al Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) y antes de guardia civil, fue primero infante de Marina, con misiones en Bosnia y en Haití. Debido al riesgo que lleva su profesión, no le contaba a su madre dónde iba para no preocuparla: "Me decía he estado aquí y acá". Y iba con su bandera de España siempre, a donde fuera, para reconocerle bien.

Por otro lado, David Pérez tenía 43 años, nacido en Barcelona, vivía en Pamplona. Está casado y tiene dos hijos. Ingresó en Baeza en 2008 y estuvo destinado en Baleares, pero en 2010 empezó como miembro de los GAR (el Grupo de Acción Rápida). Ahí llevaba 13 años, y trabajó con varias condecoraciones de la Guardia Civil. En su funeral, su viuda se negó a que le pusieran la medalla de oro a título póstumo: "Si él estuviera vivo, no la querría".