Es Abdel Kermiche, el asesino identificado de Ruan. Con sólo 19 años ya había pasado diez meses en prisión preventiva. Había intentado viajar a Siria dos veces, una siendo todavía menor para convertirse en un soldado del califato.
Quienes le conocen hablan de un muchacho sencillo y muy amable, aunque mal estudiante, hijo de una familia de lo más normal, de ascendencia argelina, al que le gustaban la moda, la fiesta y las chicas.
Empezó a cambiar, cuentan, tras el atentado del 'Charlie Hebdo'. Un vecino explica que "tomó un mal camino y que quería llamar la atención". Un compañero de instituto sostiene que cuando intentaban hablar con él "respondía con versos del Corán que se inventaba". Además, destaca que "invitaba a la lucha con los hermanos" y que les decía que "no debían vivir en Francia, tierra de infieles".
Su paso por la cárcel, donde habría contactado con destacados yihadistas, sólo empeoró su radicalización. Aunque fue capaz de convencer al juez de que le dejara en arresto domiciliario por buen comportamiento, a cargo de sus padres.
Aprovechó las cuatro horas diarias en las que podía salir a la calle para asesinar salvajemente al cura del barrio. Según los testigos, Adbel y su cómplice lo degollaron y lo grabaron en vídeo.
Circunstancia que la derecha francesa, con Sarkozy a la cabeza, está aprovechando para hacer campaña insistiendo en penas dobles, expulsiones masivas y toda una serie de medidas que irían contra la Constitución.