En plenas protestas contra su Gobierno, Maduro anunciaba una reforma constitucional. El objetivo, dijo, conseguir la paz en el país y vencer lo que calificó como intento de golpe de Estado por parte de la oposición para derrocarle.

"Si Venezuela quiere a los violentos y terroristas o quiere al pueblo constituyente", decía Nicolás Maduro. Esa Asamblea Constituyente será la encargada de redactar la nueva Carta Magna de Venezuela.

Entre sus objetivos, una profunda reforma del Estado. "Necesitamos transformar el Estado. Sobre todo esa Asamblea Nacional podrida que está ahí", asegura el presidente de Venezuela. Este punto es el que inquieta a organizaciones como Human Rights Watch, porque la Constituyente tendrá más poder que el actual Parlamento, en el que la oposición tiene mayoría.

También preocupa que la Constituyente pueda acabar con la inmunidad parlamentaria. Una medida que el Gobierno justifica alegando que los diputados de la oposición alientan la violencia en la calle.

La oposición no se presenta a las elecciones porque consideran que el proceso es ilegítimo y acusan a Maduro de querer ampliar sus poderes. "Su objetivo no es una nueva constitución, su objetivo es tener una instancia que pueda destituir a la Fiscal, que pueda cerrar la Asamblea Nacional", asegura Henrique Capriles, opositor venezolano.

Porque esa reforma del estado incluye el nombramiento de, por ejemplo, un nuevo Fiscal General. La actual, Luisa Ortega, una histórica del chavismo también critica la Constituyente de Maduro: "Es una forma de justificar los atropellos, las privaciones ilegítima de libertad".

La oposición promete seguir dando la batalla en la calle, unas protestas que duran más de 100 días y en las que ha muerto un centenar de personas.