Imagen inédita
Sor Genevieve, la gran amiga del papa que le acercaba a los más pobres rompe el protocolo ante el féretro
Entre líneas Nadie se ha atrevido a decirle que debía seguir el protocolo. La religiosa, de 81 años, era una gran amiga del papa. El propio Francisco la llamaba la 'enfant terrible'. Ella le acercaba cada miércoles a los conocidos como 'los últimos de Roma'.

Resumen IA supervisado
En la capilla ardiente del papa Francisco se vivió un momento inusual cuando sor Geneviève Jeanningros, una monja de 81 años y amiga cercana del pontífice, rompió el protocolo para rezar junto al féretro. Conocida como la 'enfant terrible' por el papa, sor Geneviève ha dedicado 56 años a asistir a transexuales y feriantes en Ostia. Durante la pandemia, colaboró con el cardenal Konrad Krajewski para ayudar a estas comunidades. Sor Geneviève también llevó a grupos de transexuales a conocer al papa y logró que, en 2024, un papa visitara el parque de atracciones de Ostia para encontrarse con los feriantes.
* Resumen supervisado por periodistas.
Imagen insólita en la capilla ardiente del papa Francisco. Mientras los cardenales y obispos daban el último adiós al papa uno por uno, una pequeña religiosa se ha saltado el protocolo y se ha colocado en uno de los lados para detenerse en oración durante varios minutos sin que nadie pudiera decirle nada.
Se trata de sor Geneviève Jeanningros, amiga del papa y quien le llevo ante los últimos de Roma, los feriantes y las transexuales. La monja, de 81 años, de la orden de las Hermanitas de Jesús y con una mochila sobre sus hombros, se acerca discretamente a la zona donde se había colocado el féretro del papa Francisco, fallecido este lunes a los 88 años, para rezar y llorar en silencio.
A pesar de que no formaba parte del rígido protocolo que obligaba a los cardenales, obispos y personal del Vaticano a ser los primeros en dar el adiós al pontífice, nadie se ha atrevido a decirle a la religiosa que ese no era su lugar y allí ha permanecido durante varios minutos.
La 'enfant terrible' llamaba el papa Francisco a esta religiosa que se dedica desde hace 56 años a asistir a las mujeres transexuales y a los feriantes de Ostia, la costa de la región del Lacio. Sor Geneviève empezó cada miércoles a llevar a las audiencias generales a grupos de homosexuales y transexuales, muchas de ellas que ejercen la prostitución en esta zona degradada a las afueras de Roma.
En medio de la pandemia del coronavirus, junto con el párroco de la Santísima Virgen Inmaculada de la localidad de Torvaianica, don Andrea Conocchia, llamó a la puerta del cardenal limosnero Konrad Krajewski para que llevase ayuda a las personas que trabajan en las ferias y a la comunidad trans: unas 40 o 50 personas, muchas sudamericanas, que ya no podían trabajar.
Un miércoles acompañó a Claudia, a Marcella y a muchas otras transexuales para que conociesen al papa. "Incluso una fue asesinada poco después. Se habían tomado una foto con el papa, se la llevé y él rezó por ella", contaba a los medios vaticanos. Y la monja consiguió incluso el 31 de julio de 2024, que un papa visitara el parque de atracciones de Ostia para encontrarse con los feriantes.