Las celebraciones por la liberación de Jersón, la única capital de provincia anexionada por los rusos en ocho meses de guerra, continúan. La población, golpeada por la guerra, se alegra al ver que se han retirado las fuerzas opresoras.

Pero ahora lo más urgente para las autoridades ucranianas es reactivar la urbe. "La ciudad tiene una escasez de agua. No hay suficientes medicamentos. Tampoco hay pan. No se puede hornear al no haber electricidad", defiende el asesor del alcalde Roman Holovnia.

Jersón, antes de la invasión rusa, superaba los 300.000 habitantes. Muchos huyeron al inicio del conflicto, otros han sido evacuados por los rusos. Se estima que unas 60.000 personas continúan en la ciudad.

Los rusos destruyeron gran parte de las infraestructuras antes de huir. También se han retirado 2.000 minas y objetos explosivos. Pese a ello, Ucrania ya está planeando volver a reanudar el tráfico ferroviario de la ciudad y así conectar Jersón con el resto del país.

Las autoridades ucranianas han desplegado 200 policías en Jersón para recabar pruebas sobre la posible ejecución de crímenes de guerra durante los ocho meses de ocupación rusa. Ucrania ya ha desplegado los lanzacohetes HIMARS en la región, armas con las que ya ha atacado esta noche un depósito de municiones cercano a Crimea.