Los civiles reciben eufóricos a las tropas ucranianas a su entrada en Jersón, la única capital de provincia que habían llegado a controlar los rusos pero que han abandonado esta misma semana. La bandera ya ondea en cada rincón de la ciudad y su reconquista es celebrada en todo el país.

"Hoy es un día histórico. Estamos recuperando el sur del país, estamos recuperando Jersón", ha celebrado en sus habituales alocuciones el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. Sin embargo, los rusos en su huida han destrozado la red eléctrica de la ciudad y las autoridades creen que tardarán un mes en repararla.

Ahora es cuando Ucrania ha de decidir si continúa con su contraofensiva y dirigir sus esfuerzos a reconquistar la península de Crimea o trata de romper el corredor entre esta y el Donbás. También cabe la posibilidad de que el invierno ralentice el conflicto o incluso que Ucrania y Rusia se sienten a negociar, una opción que de momento descarta el Gobierno de Kiev. "No hay ni un solo indicador de que Rusia esté buscando negociar. Rusia debe dejar de jugar a los 'juegos del hambre' con el mundo", sostiene Dmitro Kuleba, el ministro de Exteriores.

La retirada de Jersón podría echar al traste cualquier posibilidad seria de diálogo. "Rusia había ofrecido ese diálogo. Ahora mismo es muy poco probable que impulse las negociaciones", sostiene la profesora de la Universidad Autónoma de Madrid, Ruth Ferrero.

La salida de la ciudad permite a las tropas de Moscú resguardarse tras una barrera natural, mantener el pasillo a Crimea controlado y, por supuesto, los depósitos de agua. En definitiva, tomar oxígeno.

En el otro bloque, la situación es diferente y a Estados Unidos ya empieza a pesarle la guerra. "A los americanos les está costando muchísimo dinero, el envío de armas... Y la Unión Europea no está colaborando con tanto dinero", explica el profesor de la UAB Francisco Viega.

El presidente de EEUU, Joe Biden, empieza a ser más directo con su homólogo ucraniano. No serán capaces de mantener ese ritmo porque el conflicto va a alargarse, prevé Ferrero.

Y mientras, la OTAN necesita de una victoria militar para recobrar prestigio y sentido. Han pasado ocho meses desde la invasión y Ucrania se parece cada vez más a un país zombi.