Tan solo un día ha tardado el Papa Francisco en responder a la carta que cinco cardenales conservadores le hicieron llegar de cara a la Asamblea General del Sínodo de los Obispos, que arranca mañana, miércoles 4 de octubre, en el Vaticano.

Estos cinco clérigos (el alemán Walter Brandmüller, el estadounidense Raymond Leo Burke, el mexicano Juan Sandoval Íñiguez, el guineano Robert Sarah y el chino Joseph Zen Ze-kiun) le pedían que aclarara su postura sobre si realmente estaba dispuesto a dar la bendición a las uniones entre parejas del mismo sexo. Los clérigos le anticiparon su preocupación porque éste fuera uno de los temas a tratar en el encuentro y, más todavía, porque el argentino estuviera abierto a hacerlo.

Bergoglio, de su puño y letra y en español (algo que no hace habitualmente), les contestó detalladamente. Una respuesta que el Vaticano ha hecho pública a través de su web, y en la que se puede leer cómo el Pontífice argumenta su postura.

Francisco mantiene que solo la unión sacramental de un hombre y una mujer abierta a engendrar hijos puede llamarse matrimonio pero que, a pesar de esto, no se puede perder la "caridad pastoral". Y, a partir de aquí, explica: "En el trato con otras personas no hay que perder la caridad pastoral, que debe atravesar todas nuestras decisiones y actitudes. La defensa de la verdad objetiva no es la única expresión de esa caridad, que también está hecha de amabilidad, de paciencia, de ternura, de aliento".

Además, añade: "Si bien hay situaciones que desde el punto de vista objetivo no son moralmente aceptables, la misma caridad pastoral nos exige no tratar sin más de "pecadores" a otras personas cuya culpabilidad o responsabilidad puedan estar atenuadas por diversos factores que influyen en la imputabilidad subjetiva".

De esta forma, el Papa llega a la conclusión en su argumentación de que "la prudencia pastoral debe discernir adecuadamente si hay formas de bendición, solicitadas por una o por varias personas, que no transmitan una concepción equivocada del matrimonio. Porque cuando se pide una bendición se está expresando un pedido de auxilio a Dios, un ruego para poder vivir mejor, una confianza en un Padre que puede ayudarnos a vivir mejor".

Golpe de Estado

Muchos analistas ven en el movimiento de los cinco cardenales un intento de golpe de Estado contra la Iglesia que promulga Bergoglio. Porque este no es el primer gesto aperturista que tiene durante su pontificado con la comunidad LGTBI. Hace unos años dijo que si Dios no juzgaba, quién era él para juzgarlos, y que aunque la homosexualidad sí es un pecado pero nunca puede ser "un delito".

Además, en los últimos meses, ha mantenido audiencias con personas trans, algo que nunca antes había sucedido.

Esta apertura a la bendición de las uniones entre personas del mismo sexo es valorada por asociaciones LGTBI cristianas como algo positivo: "Siempre ha tenido una actitud de apertura. Vamos dando pasos muy pequeños pasos, pero sin duda esto es un gesto", dice Óscar Manuel Escolano, de CRISMHOM. Para ellos, el fin es que la Iglesia reconozca (igual que lo hace con las personas de distinto género) las uniones homosexuales como un matrimonio en toda regla.

En cualquier caso, el paso que el Papa Francisco está a punto de dar mañana ante la cúpula del catolicismo es un pequeño paso que, al mismo tiempo, puede llegar a suponer una gran revolución en los cimientos de la Iglesia Católica.