El número de víctimas mortales por la cadena de terremotos que este sábado sacudió la provincia afgana de Herat asciende ya a más de 2.500 muertos, tras unos seísmos que dejan a su vez al menos 9.000 heridos, mientras continúan las tareas de rescate de lo que se ha convertido en una de las peores catástrofes de esta naturaleza en el país en las últimas dos décadas.

Los temblores han dejado aldeas completamente arrasadas e imágenes de poblaciones en ruinas y de los propios habitantes de las zonas devastadas levantando a mano, sin ningún tipo de maquinaria, los escombros de sus casas con la esperanza de encontrar los cuerpos de sus familias.

Así, desde el país asiático llegan imágenes como la del rescate de un bebé atrapado bajo los escombros, o la desesperación de un hombre que ha perdido a 15 familiares, entre ellos a su bebé de tan solo cinco días. "13 miembros de mi familia están heridos y necesitan ayuda urgente. en algunos lugares familias enteras han muerto, estamos muy preocupados y necesitamos ayuda", pedía un joven.

Afganistán sintió en este sábado una sucesión de temblores que han desembocado en tragedia. El primero y el cuarto, los más fuertes, fueron de magnitud 6,3 y se produjeron en el distrito de Zindah Jan, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).

Este es el tercer terremoto más mortífero desde 1998 en Afganistán y la peor catástrofe que han tenido que afrontar los talibanes desde que tomaron el control del país en agosto de 2021, sin acceso al sistema financiero o las reservas internacionales.

El país se encuentra entre los más propensos a sufrir desastres naturales, al estar situado en la cadena montañosa del Hindu Kush, un punto de gran actividad sísmica y habitual origen de movimientos telúricos en la región.