El proceso de radicalización yihadista de un joven, desde la perspectiva de su madre, es el tema del libro 'Mi hijo, el salafista' presentado en Berlín por esa mujer musulmana, de raíces turcas y nacida en la Cuenca del Ruhr alemana. Neriman Yaman acudió a la cita con los medios con la cabeza cubierta con un pañuelo y hablando con el acento propio de esa región minera del oeste de Alemania, donde nació en 1979. Su abuelo llegó de Turquía en los años sesenta como trabajador, lo que significa que ella pertenece a la tercera generación de inmigrantes y que es parte de los más de tres millones de personas del país con orígenes familiares turcos.
En tanto que alemana y musulmana, su caso es reflejo de lo que el expresidente alemán Christian Wulff definió, estando en el cargo, con la frase: "El islam pertenece a Alemania", Yusuf, su hijo, pertenece ya a la cuarta generación de inmigrantes y la historia que ella narra en su libro es la de una radicalización que le llevó, a los 16 años, a perpetrar un atentado junto a dos cómplices de casi su misma edad contra una boda sij en Essen, en la misma Cuenca del Ruhr. El libro trata de explicar cómo se dio esa radicalización y de indagar en las razones por las cuales la familia no pudo evitarla. Todo empezó cuando Yusuf tenía 14 años y súbitamente empezó a interesarse por el islam y a preguntar por interpretaciones de versos del Corán.
Las respuestas que le daban sus padres, musulmanes pero liberales, no le satisfacían y se encontró con que la mayoría de los imanes en Alemania predicaban en turco o en árabe y el no entendía suficientemente ninguno de los dos idiomas. Recordó entonces el nombre de un imán que predicaba el alemán del que había oído hablar en alguna parte: se llamaba Pierre Vogel, un exboxeador converso al islam y considerado altamente peligroso por las autoridades alemanas.
Neriman Yaman piensa todavía otra cosa, pese al desenlace: "Es salafista, pero no creo que sea radical ni peligroso", dijo la madre sobre ese hombre, a quien en Alemania se le califica de "predicador del odio". Las visitas a las prédicas de Vogel sólo duraron dos meses. Después siguieron otros predicadores y otras mezquitas y el joven empezó a repartir ejemplares del Corán en puestos callejeros. Las alarmas empezaron a sonar cuando, después de una fase en que Yusuf recitaba en árabe el Corán durante las comidas, su interpretación de la religión se politizó y empezó a hablar de las injusticias que sufrían sus hermanos musulmanes en el mundo y de la prisión de Abu Ghraib (Irak).
Poco después empezó a llevar una túnica argumentando que el profeta Mahoma también había usado una vestimenta de ese tipo. Neriman Yaman buscó ayuda y recorrió por lo menos 15 mezquitas y centros de asistencia psicológica. En los templos, en los que ella y su marido buscaban a gente que llevara a su hijo a una visión no radical del islam, la respuesta solía ser que se trataba de una fase de rebelión juvenil. En centros de asistencia psicológica le decían que sólo podían actuar si Yusuf estaba de acuerdo, y éste siempre se negaba. El punto culminante llegó cuando, en una discusión sobre Oriente Medio, Yusuf amenazó con "partirle la nuca" a una compañera de escuela judía.
En 2015, Nariman Yaman recurrió a un programa para desertores del islam radical que resultó insuficiente. Yusuf siguió su proceso de radicalización y la familia empezó a recibir visitas de la policía. El joven, entre tanto, aprendió a fabricar explosivos y terminó perpetrando el atentado. "Lo intentamos todo, pero nuestro hijo ya no nos oía, el otro lado era más fuerte. Soy musulmana, pero los otros también se llaman musulmanes", dijo hoy la madre. Nariman Yaman recuerda que su hijo y sus amigos compraron lo necesario para fabricar una bomba a través del portal Amazon y luego prepararon los explosivos siguiendo instrucciones halladas en el portal Youtube.