La Casa Blanca defiende el cierre de fronteras de Trump: "No hay nada por lo que pedir perdón" ha asegurado el jefe del gabinete de la Casa Blanca Reince Priebus. Niega el caos a pesar de la retención de más de un centenar de pasajeros procedentes de los siete países musulmanes a los que han prohibido la entrada: "La mayoría ya se han podido ir. Sospecho que mientras no sea gente horrible podrán moverse antes del mediodía".
A través de Twitter, el presidente norteamericano también ha justificado el veto. Asegura que el país necesita unas fronteras sólidas y ha aprovechado para criticar la situación migratoria de Europa. Unas declaraciones que llegan después del varapalo judicial que ha paralizado las deportaciones al menos, hasta el 21 de febrero.
La administración norteamericana acatará lo que dicte la justicia pero avisa: la orden ejecutiva seguirá adelante. Por ella y por Trump, miles de personas han salido a la calle para gritar. Hillary Clinton apoyaba desde las redes sociales las protestas y el partido demócrata advierte: harán frente a Trump y no pararán hasta dejar sin efecto total el veto. Un veto que, según ellos, hace a EEUU menos seguro, y menos humano.
Cascada de críticas también desde fuera de casa. Alemania tampoco cree que la amenaza del terrorismo justifique el cierre de las fronteras. El alcalde de Berlín pide a Trump que no construya un nuevo muro. En Londres, a pesar de que Theressa May ha preferido no posicionarse, su ministro de Asuntos Exteriores, Boris Johnson, ha calificado el cierre de fronteras de "divisorio y equivocado".
Más de 500.000 personas han pedido que se cancele la visita oficial de Donald Trump a Reino Unido. Irán, uno de los países vetados por la orden de Trump, ha anunciado represalias: tomarán las mismas medidas en su país para ciudadanos norteamericanos. A la dura respuesta del gobierno iraní también se ha sumado Irak.