Aunque el partido encabezado por Netanyahu (el Likud-Beitenu, la unión de su formación con la de su socio Avigdor Lieberman), ha sido la fuerza más votada, las formaciones de derecha y religiosas no han logrado una mayoría absoluta y se han quedado en 60 diputados, exactamente la mitad de la Cámara.

A los 31 escaños del Likud-Beitenu, se podrían sumar los de sus socios naturales: los 11 escaños del ultra-ortodoxo sefardí Shas, los siete del askenazí Judaísmo Unido de la Torá y los 11 del sionismo religioso Hogar Judío (Habayit Hayehudi), encabezado por Naftalí Bennett. Con todos ellos se alcanzarían los 60 asientos.

El arco parlamentario de los partidos de centro e izquierda sumarían otros 60 escaños, con la estrella de la noche electoral, el partido Yesh Atid, de Yair Lapid, que ha logrado un espectacular resultado con 19 escaños; el laborista, de Shelly Yajimovich, que ha conseguido 15; Hatnuá, de Tzipi Livni, con nueve; el pacifista Meretz con seis, el izquierdista Hadash con cuatro, el centrista Kadima con dos.

A estos se añadirían los ocho escaños que han conseguido los partidos árabes: tres Balad y cinco la Lista Árabe Unida-Taal. La paridad de ambas partes obligará a Netanyahu a salirse de su bloque para recabar apoyos a su gobierno de los partidos de centro e izquierda, entre los que el más probable socio sería Yair Lapid.