Estados Unidos ha admitido que el ataque con un dron en Afganistan el pasado 29 de agosto no mató a un líder de ISIS, como afirmaron en un primer momento, sino a diez civiles de los cuales siete eran niños.
El dron atacó un vehículo en el que las fuerzas estadounidenses pensaban que había militantes del grupo terrorista Estado Islámico cuando en realidad lo conducía Zemari Ahmadi, un trabajador de una ONG estadounidense.
Una investigación del New York Times ha destapado las imágenes del ataque, en las que se pueden ver los supuestos bidones explosivos que transportaban. En realidad, no contenían material explosivo, sino agua. Al igual que el conductor, Zemari Ahmadi, no era un terrorista de ISIS, sino un cooperante de una ONG estadounidense.
Aun así, el Pentágono lanzó un ataque aéreo contra su vehículo el pasado 29 de agosto. Arrebatando su vida y la de otras nueve personas en plena desescalada de sus tropas en Afganistán y tras el ataque terrorista junto al aeropuerto de Kabul, que mató a 13 soldados estadounidenses.
Ahora, el Pentágono pide disculpas. Frank McKenzie, Comandante del Mando Central de EE.UU, ha asegurado que "el ataque fue un error trágico" y ha ofrecido sus "sinceras disculpas": "Es poco probable que el vehículo y las personas que murieron estuvieran asociadas con ISIS, o fuesen una amenaza para las tropas estadounidenses", ha reconocido.
Sin embargo, en múltiples ocasiones las autoridades estadounidenses han alegado lo contrario. Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto de EE.UU, aseguró el pasado 1 de septiembre que "los procedimientos se siguieron correctamente" y que fue "un golpe justo".
Estas diez personas son las últimas víctimas del conflicto antes de que Estados Unidos abandonase un Afganistán tomado por los talibanes, grupo que controla el país desde hace ya más de un mes.