El vicecomisionado de seguridad nacional de la policía federal, Michael Phelan, dijo que no se encontraron pruebas de que un ataque fuera inminente. "Los documentos hacen alguna referencia a potenciales objetivos gubernamentales (...) no hay nada que indique un objetivo o tiempo específico en relación a esta actividad particular", dijo Phelan.
Los arrestos tuvieron lugar después de que el primer ministro, Tony Abbott, anunciara que mantendrá el nivel de alerta por posible atentado declarado en septiembre tras el aumento de la actividad de supuestos yihadistas detectado por el servicio de inteligencia. El anunció surgió después de que un clérigo musulmán de origen iraní secuestrase a 17 personas en una cafetería del centro de Sídney, el 15 de diciembre, que acabó horas después con el asaltante y dos rehenes muertos.
En septiembre la Policía detuvo a unas 15 personas en Sídney y Brisbane en un gran operativo contra el yihadismo que fue justificado para desmantelar los planes para cometer actos violentos en Australia, incluidas decapitaciones en público.
Además de elevar la alerta, Australia adoptó un plan de medidas para prevenir el regreso al país de australianos que se han unido al Estado Islámico como combatientes. Camberra calcula que hay unos 70 australianos en las filas del EI y que otros 100 trabajan activamente en Australia como apoyo logístico y de reclutamiento.