Tras un periodo de calma y prudencia en el que Pyongyang no ha realizado ninguna amenazante acción militar, el Ejército norcoreano llevó a cabo su primer lanzamiento de un misil balístico desde el pasado octubre.

Las autoridades surcoreanas y el Pentágono no tardaron en descartar que el proyectil, que recorrió unos 500 kilómetros y fue lanzado desde una base de aérea al noroeste del país, fuera un misil balístico intercontinental (ICBM).

A falta de confirmación, Seúl y Washington creen que podría tratarse de un misil Rodong o una versión modificada de este, por lo que se trataría de una provocación de media intensidad para medir la respuesta de la Administración Trump.

Pyongyang llevaba desde el pasado octubre sin protagonizar ninguna de sus habituales provocaciones militares, lo que los expertos han achacado a la cautela del régimen ante la llegada el pasado 20 de enero de Trump a la Casa Blanca, un presidente que de momento no ha desvelado claramente su política hacía Corea del Norte.

Tampoco se descarta que desde Pyongyang se haya optado por la calma para no interferir en la profunda crisis política en Corea del Sur, donde la presidenta conservadora, Park Geun-hye, ha sido destituida por un escándalo de corrupción.

El ensayo coincidió con la visita del primer ministro nipón, Shinzo Abe, a Estados Unidos, que compareció junto al presidente estadounidense al poco tiempo de conocerse la noticia. Ambos líderes, que pasaron la jornada del sábado jugando al golf en el hotel de Mar-a-Lago (Florida) -propiedad del magnate- tras reunirse en la víspera en Washington, reclamaron a Pyongyang que acabe con sus provocaciones.

El primer ministro japonés, que llevó la voz cantante de la comparecencia, calificó el ensayo de "intolerable" y pidió al régimen de Kim Jong-un que cumpla las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que le prohíben el desarrollo nuclear militar y limitan la tecnología de misiles.

Mientras que Trump se limitó a asegurar de manera escueta que Estados Unidos está al "cien por cien con nuestro aliado" japonés, en lo que ha sido de momento la única respuesta oficial de Washington al nuevo lanzamiento.

Ninguno de los dos mandatarios especificaron si buscaran nuevas sanciones internacionales o unilaterales contra Pyongyang. Según informó el Gobierno nipón, el misil cayó fuera de la zona económica exclusiva de Japón a unos 350 kilómetros de la costa de Corea del Norte y no ha causado daños, aunque Tokio ha decidido protestar formalmente ante las autoridades norcoreanas por el lanzamiento.