Se llama Amal Nakhleh, es un menor palestino y su vida, ahora mismo corre peligro. "Tiene una enfermedad neuromuscular que le causa mucho dolor y a veces le impide hasta comer", explica la periodista Teresa Aranguren Amézola.

Por sus condiciones de salud, no puede ser vacunado contra la COVID-19 y necesita medicinas constantemente, pero, desde hace un año, su familia no sabe cómo está. "Tratamos de enviarle la medicina con la Cruz Roja, pero nos dijeron que no, dijeron que era su responsabilidad", indica su padre, Moammar Nakhlen.

En noviembre de 2021 lo detuvieron y se lo llevaron bajo la figura de 'detención administrativa'. "Es la posibilidad de que te tengan encarcelado indefinidamente sin tener una sentencia, no hay penas, no hay cargos", añade Aranguren .

Es la pescadilla que se muerde la cola, un tribunal militar israelí decide que eres un peligro para su seguridad y todo está en unos informes, secretos, que no pueden desvelar y así pueden pasar años.

Unicef, UNRWA y otras organizaciones humanitarias piden clemencia. "La detención arbitraria de Amal va en contra del derecho internacional humanitario de la Convención sobre los Derechos del Niño, sin ninguna duda", denuncia desde Unicef Ildefonso González.

Pero Israel no parece darse por aludido, su práctica es más que habitual. "En 2020, las fuerzas israelíes detuvieron a 361 niños y niñas palestinos", lamenta González. Nadie sabe cómo está Amal. "Nos dice que quiere hacer huelga de hambre, estamos muy preocupados", sostiene su padre.

En la cárcel, Amal cumplió 18 años, algo que puede cubrir de sombras todavía más su futuro.