Crisis silenciosa de droga
Alerta en Reino Unido por el consumo de ketamina: niños de 12 años enganchados a una droga "más barata que las patatas fritas"
¿Por qué es importante? El Gobierno ya se coordina con los colegios para frenar una crisis provocada por una droga con un precio muy asequible. La ketamina cuesta en Reino Unido apenas dos libras, pero sus efectos secundarios son terribles.

Reino Unido está viviendo una situación de alerta total que ya está poniendo en riesgo la vida de miles de personas, sobre todo, niños y adolescentes. Y es que, en los últimos años, el país está viviendo un gran aumento del consumo de ketamina, una droga que, en realidad, se creó para ser usada como un anestésico para animales grandes, como caballos.
La crisis que atraviesa es tan grave que las autoridades británicas ya se están coordinando con la Policía y con todos los colegios y centros escolares. Todo, después de que detectaran diferentes casos de niños, de tan solo 12 años, enganchados a esta droga. Dicen, literalmente, que les sale más barata que una bolsa de patatas fritas. "Los niños de tan solo 12 años prefieren comprar ketamina antes que un paquete de patatas fritas", lamenta una señora al conocer los datos. "Nos encontramos con niños de 13 años que no comprenden lo peligrosa que es esta droga", lamenta un agente de la Policía.
De hecho, el Gobierno británico ya estudia reclasificar esta droga como sustancia de clase A, para poder castigar su tráfico con penas de hasta 14 años de cárcel.
Por ello, Reino Unido atraviesa una crisis silenciosa con menores consumiendo la nueva droga de moda, un anestésico para caballos que es más fácil de conseguir de lo que nos pensamos. Porque es precisamente su precio uno de los principales atractivos de esta droga. Un gramo de ketamina se puede llegar a comprar por solo dos libras. Una cantidad irrisoria que pueden llevar en sus bolsillos hasta los menores de edad.
La ketamina es barata, pero los efectos secundarios que puede provocar su consumo son terribles. Y más si hablamos de adolescentes. "Un día, me estaba limpiando la nariz y llegué a tocarme el tejido del otro orificio", explica un menor consumidor habitual de ketamina. Solo entonces, cuando descubrió que esta droga le estaba destrozando el tabique de la nariz, se dio cuenta de lo que estaba haciendo. "Pensé, ya basta. Esto tiene que parar”, reconoce. Pero no fue nada fácil, porque "estaba fuertemente enganchado a la droga". Tanto, que este chico asegura que todavía no ha conseguido desengancharse.
Recordamos que la ketamina es una droga, pero también un anestésico veterinario, por lo que su consumo prolongado provoca daños irreversibles, como por ejemplo, incontinencia total en la vejiga. Pese a ello, solo en el 2024, más de 3.600 personas tuvieron que ser atendidas y seguir un tratamiento por adicción a la ketamina, ocho veces más que hace una década.