La reciente jornada de huelga en una empresa química cántabra ha vuelto a poner en evidencia una realidad del panorama laboral español: la huelga no es un derecho que se ejerza por igual en todos los sectores y regiones. Los empleados de esta industria, ubicada en el norte del país, han parado para exigir mejoras en las medidas de seguridad tras varios incidentes preocupantes.
Esta huelga cuenta con un fuerte respaldo de los trabajadores, algo que no sorprende en una región con una sólida "cultura de huelga". A tan solo dos kilómetros de la empresa, en Euskadi, 10 de cada 100 trabajadores hicieron huelga el año pasado, demostrando que la movilización es una herramienta común en la industria del norte.
Sin embargo, la situación cambia radicalmente en el sur y en sectores como la limpieza o la hostelería. Silvia, una trabajadora de limpieza, relata lo complicado que es organizarse debido al miedo a represalias: "Sé que no me están dando mis derechos, pero no me puedo permitir el lujo de no poner un plato de comida a mis hijos", dice. Además, menciona que la huelga supone una pérdida salarial significativa en un sector donde las nóminas ya son muy bajas.
Esta situación contrasta con la del sector industrial, donde hay 13 huelguistas por cada 1.000 trabajadores, mientras que en hostelería la cifra desciende a dos por cada 1.000. "Un camarero con 1.200 euros tiene complicado hacer huelga de cinco días", explica un representante de UGT en Sevilla. El miedo a perder el trabajo y la dificultad de mantener una huelga prolongada son barreras importantes en estos sectores.
Los sindicatos también señalan que la presencia sindical y el tamaño de las empresas son factores determinantes. En el sector público, donde hay una mayor presencia sindical y estabilidad laboral, hay 46 huelguistas por cada 1.000 trabajadores, mientras que en el sector privado esta cifra se reduce a dos, especialmente en pequeñas y medianas empresas (PYMES).
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