China se frena. Un gigante de 1300 millones de consumidores, puede provocar un contagio en toda la economía mundial. Primero en Asia, y después en el resto. Si China reduce su consumo de petróleo, sobrará crudo en el mercado. Pero ninguno de los países productores quiere cerrar su grifo. Así que el precio del barril se desploma.

Y si se desploma el petróleo, otros gigantes como Rusia, México o Brasil, que dependen del oro negro, sufrirán también un parón en sus economías. Aquí tenemos otra pieza del dominó porque la suma de la economía China, junto con la de estos países, supone el 26% del Producto Interior Bruto mundial. 

La posibilidad de que caigan las exportaciones puede desatar una guerra de divisas que tanto Estados Unidos como Europa provoquen una caída en sus monedas para poder competir con los chinos, que han devaluado el yuan en tres ocasiones en el último mes.

Esto a su vez, podría desembocar en una fuga de capitales. Para los analistas estamos ante los síntomas de que la recuperación económica es una salida de la crisis con pies de barro.