Cada verano, Antonio y su familia pasan el verano en la vendimia francesa. Ya son 30 años los que llevan acudiendo al mismo sitio en busca de trabajo, y como ellos, otros 15.000 españoles lo harán este año. Antonio García, vendimiador, dice que "el pueblo entero" viaja hasta Francia para conseguir el trabajo temporal.

Para las familias, sigue siendo duro, a pesar de que ya sea una tradición en muchas casas. Josefa Navarro, mujer de Antonio, sigue pasando un calvario: "Es duro, y la hora de la despedida mala también".

Por delante les espera un mes de trabajo en el que el salario, incluyendo horas extra, puede alcanzar los 1.500 euros, alicientes que hacen que trabajar en Francia tenga más alicientes que hacerlo en España.

"A partir de 18 días generas derecho a prestaciones familiares, cosas que un trabajador eventual del campo en España no tiene", declara Jesús Acasuso, miembro de UGT. El campo no entiende de edades ni de formación, Antonio, de 27 años y con estudios de Magisterio y Psicopedagogía y un master en Psicología y Salud, recoge el testigo de su padre y suma ya 9 años en la vendimia.

"Una vez que acabé los estudios vi que no había otra solución. He intentado echar currículums y demás, pero no te llaman", asegura.

Ahora la tierra les espera, y los temporeros ya preparan sus manos para palpar el tacto de un viejo conocido.