Sigue la masificación en el Everest. Colas de más de 50 personas en la cima más alta del mundo, una aglomeración que se ha cobrado una nueva vida: la de Robin Haynes Fisher, que poco antes de la trágica noticia denunciaba el atasco en la montaña.

El escalador consiguió llegar a la cima, pero durante el descenso sufrió un mal de altura que resultó mortal.

Las condiciones siguen siendo extremas. Robin ha sido el décimo escalador que ha fallecido en lo que llevamos de año. Hacer cima se ha convertido en un negocio: por 60.000 euros, se puede subir la montaña más famosa del mundo.

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