Sara Peñalver empezó en el bádminton gracias a sus hermanos. Kike y Marco. La familia Peñalver vivía en Sonseca, pero ellos tenían que ir a entrenar a Toledo. Sus padres trabajaban y Sara era pequeña para quedarse sola en casa, así que tenía que ir con ellos. Ella esperaba sentada en la pista, mirando a sus hermanos mayores jugar: "Y como estaba aburrida, un día cogí una raqueta y me puse a dar toques", recuerda.

"El día que llegues a hacer cien toques seguidos, empiezas a entrenar", la desafió el entrenador. Y Sara aceptó el reto. Todos los días, mientras sus hermanos entrenaban, ella practicaba. Uno, dos, tres. Volante al suelo. Diez, veinte, treinta. Y Sara volvía a recoger el volante del suelo. Así, día tras día. Hasta que contó cien. Y empezó a entrenar, con seis años.

"No me arrepiento de haberme ido. Si me hubiese quedado en casa, no lo habría logrado"

Desde su primer día de entrenamiento hasta hoy ha pasado más de una década. Sara se enamoró del bádminton porque "cada día aprendía algo nuevo", recuerda. Y comenzó a destacar. Por eso, tuvo que irse de casa muy joven. Con doce años. Si quería seguir creciendo, no tenía elección. Su hermano Kike tampoco la tuvo: "Nos fuimos por lo que queríamos, para jugar al bádminton y yo creo que hicimos bien", reconoce. Sara también lo cree: "No me arrepiento de haberme ido. Si me hubiese quedado en casa, no lo habría logrado".

A Sara no le resultó fácil. La vida en la residencia distaba mucho de la vida en casa. Tenía que ser independiente, valerse por sí misma, ser disciplinada: "Con doce años ya tenía que poner la lavadora, la secadora, tender la ropa… todo", explica. Pero el mayor sacrificio no era ese: "Lo que más echaba de menos era estar con mis padres, con mis primas, con mis amigas...". Sara era la más pequeña de la residencia, y mientras los demás se iban de fin de semana, ella se quedaba. Sin wifi, sin móvil, sin WhatsApp: "Me sentía un poco sola", confiesa. Por suerte, su hermano Kike ha estado a su lado.

Kike y Sara coincidieron varios años en Oviedo y ahora viven juntos en la Residencia Joaquín Blume de Madrid. Tienen suerte. Ambos se ayudan, se aconsejan y protegen. Profesional y personalmente, porque el deporte tiene victorias, pero también derrotas. Cuando algo no sale bien, cuando Sara se agobia o piensa en dejarlo todo, su hermano siempre está ahí: "Yo siempre le digo que siga confiando en ella, que es muy buena, que tiene un futuro espléndido por delante".

"Es muy buena, tiene un futuro espléndido por delante"

Sara tiene diecinueve años y una carrera prometedora. Estrenó su palmarés internacional en categoría absoluta el año pasado, cuando consiguió el oro en el Internacional de Bulgaria y un mes después se proclamó campeona en el Future Series de Eslovenia. Pero Sara ya despuntaba en categorías inferiores. Fue oro en el Europeo por equipos júnior de 2015; plata en el Europeo sub17 2016 y bronce con la selección absoluta en el Europeo por equipos en 2016 y 2018.

Todas las expectativas están puestas en ella. 'La futura Carolina Marín', titula la prensa. Pero su entrenador, Anders Thomsen, lo tiene claro: "Sara no tiene que ser la nueva Carolina Marín, tiene que ser Sara Peñalver".

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Producción: Javier Torrijos | Realización: Adrián Carreira | Redacción: Bea Lozano y Sara Campos | Imagen: Adrián Carreira, Vladimir Nogales y José Luis de Heras | Grafismo: Nacho Félez y Nacho Sanz | Texto: Sara Campos

Agradecimientos: A la Federación Española de Bádminton y a la Residencia 'Joaquín Blume' de Madrid.