Dicen que el fútbol es un juego, pero por regla general los juegos son divertidos. De ser cierta esa definición, lo que se ha visto en el Zorrilla entre Valladolid y Atlético dista mucho de ser ´fútbol'. El partido de lo que sea que hayan disputado los dos equipos ha sido un auténtico horror en cuanto a espectáculo cuya mejor noticia es que ha terminado. Y gracias a Dios que lo hizo.
Porque vaya tostón. Es increíble que un equipo que se ha gastado todo lo que se ha gastado en ataque desde que se ganase LaLiga en 2014, con muchos delanteros diferentes y la misma falta de gol que este curso, genere tan poco como genera este Atlético. Ni tridente (que por cierto, costó casi 300 millones), ni nada. Cero, así de claro, para Costa, Morata y para Joao. Y para Simeone, que por algo es el jefe.
La actuación ofensiva del Atlético en 90 minutos se resume en un centro de Trippier desde la derecha que remató Correa al palo. Fue en el 80', y ni tan siquiera fue una acción limpia porque el envío de Trippier lo rechazó un defensa. No hay más que eso, aunque de tener que destacar a alguien de los tres de ataque sería, de tener que hacerlo claro está, a Morata.
No por su aportación ofensiva en sí, sino más bien porque estuvo envuelto en casi el 50% de las tarjetas amarillas del partido y no fueron precisamente pocas. Joao Félix, como es menester, se fue al banquillo en el minuto 60. Diego Costa supuestamente jugó todo el partido, pero no existen pruebas de ello... salvo un par de fotos sueltas.
A saber si alguno se quedó dormido en el Zorrilla. De ser así, a lo mejor el lanzamiento de penalti de Sandro le pudo despertar. Primero por la jugada en sí, que fue en la primera parte y que tuvo a Thomas, al canario y al VAR como protagonistas. El delantero lo mandó a las nubes, con un extraño movimiento en su lanzamiento. No se estudiará en las escuelas de fútbol.
Como tampoco debe estudiarse, salvo que sea un ejemplo a evitar por el bien del espectador que es el que paga su entrada, este partido como 'fútbol'. Absolutamente nada que destacar para el aficionado en uno de esos encuentros de entrenador. De los que hacen a un técnico salir feliz porque qué mejor que anular al rival con una brillante táctica. Lo malo de todo es cuando sobra de eso y faltan imaginación y creatividad.
El Atlético suma un punto que no le sirve si quiere ganar LaLiga, mientras que el Valladolid tiene otra unidad más en su casillero en la búsqueda de la salvación ante un rival a priori durísimo. A saber si tras el parón de selecciones Simeone encuentra el camino del gol... o al menos de la portería contraria.