Una imponente contrarreloj reafirmó al británico Chris Froome (SKY) como el líder de la Vuelta a España y como el indiscutible favorito al triunfo final en Madrid, rearmado ante sus rivales y con 1:58 de renta para abordar Los Machucos, Santo Toribio de Liébana y, sobre todo, L'Angliru.
"Si puedo ganar más tiempo con Nibali y el resto de favoritos estaré feliz", dijo el lunes en Logroño. Un día después cumplió con el desafío: fue de menos a más en el recorrido, marcó el mejor tiempo, 47 minutos justos, y agrandó su diferencia con todos. Al segundo, Vincenzo Nibali, hasta 1:58 en la clasificación general. Un desenlace conforme a los pronósticos.
No había duda de quién era el candidato número uno. Ni cuando llegó el sueco Tobías Ludvigsson (Française des Jeux) a las 16:07 horas en Logroño -rebajó en 23 segundos el mejor tiempo previo- ni cuando la señal GPS apuntaban a una pérdida de tiempo al principio con Nibali ni el buen desarrollo de una competitiva contrarreloj de Alberto Contador.
Concentrado en su calentamiento desde tiempo antes en el circuito de Navarra, enfundado en su maillot rojo y visualizando en su mente los 40,2 kilómetros que tenía enfrente hasta Logroño, un momento sin duda transcendente, su respuesta fue de líder, dominador cuando hubo alguna duda y sin ellas, conforme fueron cayendo los kilómetros.
Segunda victoria del británico
Es el segundo triunfo contra el crono de Froome en la Vuelta a España. Hace un año, cuando terminó después segundo en la general, se impuso con autoridad en los 37 kilómetros que unían Jávea y Calpe, con 44 segundos sobre Jonathan Castroviejo, el corredor que le siguió en la clasificación de aquella etapa de la Vuelta 2016.
No se había adjudicado ninguna contrarreloj más en la ronda española. Ninguna de las dos de 2014, ni en Santa María de Veruela ni en Santiago de Compostela, en la primera de ellas con un tiempo por debajo de las expectativas y lejos del ganador Tony Martin, y en la segunda cuando terminó en la posición número 63.
Tampoco en 2012, entre Cambados y Pontevedra, ni en 2011, en Salamanca, aunque aquella vez, su primera competición contra el crono dentro de la Vuelta a España, salió con sensación de vencedor.
Le superó Tony Martin, pero él asumió el maillot rojo por primera vez, el mismo que se le resiste y ambiciona a la llegada a Madrid y que luce ahora desde la tercera jornada de la actual edición. Por delante, aún cinco días.
Falta L'Angliru
Desde Villadiego, donde partirá la jornada de este miércoles con final en alto en Los Machucos, hasta el paseo del campeón por Madrid, el próximo domingo, pasando, por ejemplo, el sábado por el Alto de L'Angliru, la temible subida que resolverá definitivamente quién es el ganador de la Vuelta de 2017.
Dos etapas calificadas de montaña, dos de media montaña y el terreno llano que conectará Arroyomolinos con la meta final en la capital de España el próximo domingo; un total de 734,3 kilómetros, con catorce puertos por superar que verificarán si ésta es, por fin, la Vuelta de Froome, después de sus tres segundas plazas anteriores.
Dos son de categoría especial, ambos como final de etapa y como pruebas definitivas para el británico: primero el inédito Los Machucos el miércoles (7,2, kilómetros con una pendiente media del 8,7 por ciento que alcanza en algún tramo el 26 por ciento) y después el espectacular L'Angliru, la meta del sábado, con 12,5 kilómetros de ascensión al 9,8 por ciento.
El momento definitivo o, como dice él mismo, "la última batalla por la general". También restan cuatro puertos de primera categoría (dos de ellos el mismo día de L'Angliru); dos de segunda, seis de tercera, incluido el Alto de Santo Toribio de Liébana, el final de la etapa del jueves, con 3,2 kilómetros de subida al 6,4 por ciento... Aún mucho por correr, competir, ganar o perder para un líder reafirmado.
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