Las informaciones del
Times, de la revista New Yorker y de otros medios posteriormente, unidas a los
testimonios de víctimas y al poder de las redes sociales, han sacado a la luz
un problema que se había mantenido silenciado y han obligado a rendir cuentas a
decenas de nombres conocidos de la cultura, la política y los negocios en
Estados Unidos.
Hace solo doce meses,
Weinstein era uno de los hombres más poderosos de Hollywood, a pesar de que su
actitud con las mujeres era un secreto a voces en el mundillo. Hoy, despedido
de su propia empresa, está en libertad bajo fianza a la espera de un proceso
que podría enviarle durante años a la cárcel.
"Hace dos décadas,
el productor de Hollywood Harvey Weinstein invitó a Ashley Judd al hotel
Peninsula de Beverly Hills para lo que la joven actriz creía que iba a ser un
desayuno de trabajo. En su lugar, la llamó a su habitación, donde apareció en
un albornoz y le pidió si podía darle un masaje o mirar cómo se duchaba".
Así arrancaba la
información de The New York Times que terminó con la carrera de uno de los
cineastas más influyentes de las últimas décadas, cuya mano está detrás de
cintas clave como "Pulp Fiction" o "El indomable Will
Hunting" y que tenía conexiones en las más altas esferas, incluida la
política.
El diario recogía los
testimonios de varias mujeres que acusaban a Weinstein de abusos sexuales y
describía en detalle la cultura del silencio que había impuesto a su alrededor
y sus artimañas para protegerse. Y es que Weinstein ha sido acusado por varias
mujeres, entre ellas las populares actrices Ashley Judd, Uma Thurman o Asia
Argento.
El productor no tardó en
ser despedido de la compañía que él mismo había fundado. Poco después, fue
también expulsado de la Academia del Cine de Hollywood y vio cómo las
autoridades de varias ciudades abrían investigaciones en su contra, hasta
terminar arrestado en Nueva York.
Apenas cinco días
después de la "bomba" del Times, el periodista Ronan Farrow publicaba
en la revista The New Yorker un largo reportaje en el que aún más mujeres
denunciaban los abusos de Weinstein, incluidas tres supuestas violaciones.
Farrow había trabajado
durante meses en la historia cuando era empleado del canal NBC, pero la
televisión nunca llegó a emitir nada sobre las acusaciones contra Weinstein y
posteriormente fue acusada por varios antiguos trabajadores de haber tratado de
silenciar el asunto.
Hijo de Woody Allen,
otro gigante del cine sobre el que pesan acusaciones de abusos sexuales, el
periodista ha destapado durante el último año otros casos parecidos para The
New Yorker. Porque la ola que nació con Weinstein no se ha detenido y el
movimiento #MeToo (#YoTambién, en inglés) ha animado desde entonces a miles de
mujeres a denunciar abusos sufridos.
Actores como Bill Cosby,
Kevin Spacey o Louis CK o políticos como Roy Moore, Al Franken o Eric
Schneiderman han sido acusados y han sufrido en mayor o menor medida el
impacto, perdiendo sus trabajos o, como en el caso reciente de Cosby, siendo
condenados. Un movimiento de denuncia que se amplió aún más con el nacimiento
del colectivo "Time's Up" (El tiempo se acabó) formado por 300
actrices que crearon un fondo de ayuda a mujeres contra el acoso sexual.
Lo que contribuyó a que
la lucha contra el acosos se extendiera a gran parte del mundo, con iniciativas
similares al #MeToo en países como Francia, Reino Unido o Italia y con debates
sobre el tema en instituciones como el Parlamento Europeo.
Además las acusaciones
llegaron a muchos otros ámbitos fuera del cine, como el deporte, con el
exmédico de la Federación Estadounidense de Gimnasia Larry Nasar denunciado por
gimnastas como la campeona olímpica Simone Biles.
O los medios de
comunicación, que permitieron el inicio del movimiento pero que también han
estado en el centro de numerosos escándalos, con conocidos presentadores
acusados como Bill O'Reilly, Charlie Rose y Matt Lauer o destacados directivos
como Leslie Moonves.
En Estados Unidos, donde
nació hace un año, el impacto del #MeToo sigue hoy más vivo que nunca con el
tumultuoso proceso de confirmación del candidato a la vacante del Tribunal
Supremo, Brett Kavanaugh.