"¡Es una noche jodidamente bonita!", ha gritado el líder de los Foo Fighters, Dave Grohl, ya sin nubes a la vista, incapaz de ocultar su buena estrella después de casi 20 horas de agua sobre Madrid, aunque la organización haya comunicado desde bien temprano que la suspensión no era una opción y que las camisas hawaianas debían dar paso al menos hoy a los chubasqueros.
Negro como pedernal se desplomaba el cielo en la apertura de puertas de La Caja Mágica al principio de la tarde, cuando se daba acceso rápido a unos pocos valientes para que alcanzaran las zonas cubiertas ante una lluvia que ocultaba incluso la simbólica noria del festival.
No ha sido hasta las 19:30 horas aproximadamente cuando las nubes han dado tregua, coincidiendo con la llegada masiva de asistentes para disfrutar bajo techo del directo de los españoles Neuman o del del cuarteto femenino de rock Warpaint, este al raso.
Llegado ese momento no se habían registrado tampoco incidencias grandes más allá del apagón de las pantallas, inservibles en toda la jornada para seguir los conciertos multitudinarios, o la media hora larga de retraso en el show de The Lumineers (algunas fuentes han indicado a Efe que la banda no quería salir por los truenos).
Su salto a escena ha coincidido con casi los primeros rayos de sol del día y su folk jovial, coloreado con acordeón y contrabajo, ha puesto una necesaria sonrisa al festival, sobre todo con "Ho hey", que han soltado rápidamente en una actuación de apenas 25 minutos para cumplir con los tiempos.
Así han dejado vía libre al directo de Foals en el segundo escenario grande, mientras Quique González, el hombre que cantaba "Te vi bailar bajo la lluvia", registraba en DVD su directo en un formato más íntimo.
El concierto de los británicos ha servido de termo para ir calentando los pies húmedos gracias a sus sofisticadas guitarras y a la voz de Yannis Philippakis, bien templada desde la roquera "Mountain at my gates" y en piezas bailables como "My number".
Quizás se les han atragantado después las cuerdas hipnóticas de "Spanish Sahara" frente a un público tibio, sin apenas música o cerveza encima, que no ha sabido apreciar un repertorio trufado de lo más granado de su último disco, "What went down", pero también de "Antidotes" o el celebrado "Holy Fire".
Nada que ver con la salvaje irrupción de Foo Fighters poco después, con la práctica totalidad de los asistentes pendientes de ellos el día en el que se cumplían 6 años de su último concierto en Madrid, calificado entonces por la prensa y por ellos mismos como una cita para la historia.
"Va a ser una noche larga", ha pronosticado Grohl, gran maestro de ceremonias de un show de casi dos horas y media que ha dado para dejar el cuerpo dolorido entre espasmos, celebrar momentos de emponderamiento personal y exaltación de la amistad y hasta para arrullos románticos en formato semiacústico.
Con la única salvedad de "Cold day in the sun", como siempre con el batería Taylor Hawkins como protagonista, Grohl ha estado omnipresente, desmarañada la melena y presto a dejarse el alma a cada momento, voraz como Cronos o milagroso como Moisés al frente de un sexteto que, con ocho manos a las cuerdas, ha construido un muro impenetrable.
Decididos a dejar huella en Madrid, hasta han subvertido el orden y composición de shows previos, arrancando a lo grande con "Everlong", habitualmente su fin de fiesta. Entre las más de dos docenas de canciones interpretadas han cabido canciones como "Monkey wrench" y "Learn to fly", pasando por las ineludibles "The pretender", "Walk", "Times like these" o "My hero", aquí con el público coreando el estribillo a pleno pulmón.
"Vamos a hacer un concurso, a ver quién pierde primero la voz, yo puedo cantar toda la noche", prevenía ya al inicio, y no eran pocos los que se sorprendían de que no se dejara la garganta entre notas musicales y berridos sostenidos.
Incluso ha habido tiempo para su nuevo álbum, "Concrete & Gold", que se publicará en septiembre con la ya conocida "Run" o una pieza romántica a la guitarra que ha dado en llamar "Big me" y que también ha sonado esta noche.
El gran damnificado ha sido el pop alternativo y colorista de Belle & Sebastian, que merecía mejor espacio que uno de los escenarios medianos a la misma hora que Foo Fighters, quienes han rematado con "Best of you" un concierto de altura, a la espera de lo que puedan hacer mañana Green Day y Ryan Adams en la segunda jornada.
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