Antes de la era digital, la magia del cine comenzaba con un sencillo gesto que han repetido cientos de veces en El Cine Paz de Madrid desde que abrió sus puertas hace ya 75 años. Mucho ha cambiado desde entonces. Sólo en los últimos seis años han cerrado más de 400 salas en España. Las plataformas de streaming, la piratería y los centros comerciales han convertido a estos pequeños cines en los últimos de su especie.

Lugares históricos, negocios familiares, que se mantienen a flote como pueden. El cine Maldá, en pleno barrio gótico de Barcelona, se ha especializado en cine independiente. A los mandos se encuentra un enamorado de esta sala, que lleva trabajando en ella desde mucho antes de comprarla en 2008.

También el cine Seixo de Marín, en Pontevedra (uno de los pocos que se resiste a la digitalización) o el cine Los Ángeles, de Santander, diseñado por el arquitecto Torres Quevedo (que llegó a cerrar en 2003 pero gracias a las ayudas del ayuntamiento de la ciudad reabieron en 2005), resisten todavía a las grandes cadenas de multicines.