Hace 33 años Mikel Erentxun le cantaba a cien gaviotas. Hoy tal vez, no volvería a escribir sobre ellas, ni se iría a una calle de París.

Mucho más maduro, ahora sus canciones tienen otro punto de vista. Hablan, sobre todo, del paso del tiempo, que dice, le empieza a obsesionar. "He descubierto que escribir sobre uno mismo es mucho más fácil y me ahorra horas de psicólogo y de diván. Todos los demonios que me persiguen quedan ahí en el papel", cuenta.

Su último disco 'El último vuelo del hombre bala' cierra una trilogía, reconoce, en unos tiempos revueltos.

"Estas últimas elecciones me ha costado muchísimo votar porque he votado al menos malo, al que menos para atrás me daba. Sólo creo en las personas y, desgraciadamente, creo en muy pocas personas en la política", añade.

Tampoco cree en los extremos, aunque él siempre ha sido la 'vox' de una generación.

"En mis discos, en vez de poner 'voz' siempre pongo 'vox' y en este disco también aparece, ya me jode un poco más", ha destacado.

No lo va a cambiar, pero Mikel Erentxun ha salido con este disco de sus sonidos habituales y se ha lanzado a emprender 'el último vuelo del hombre bala'.