El British Museum es el lugar más visitado del Reino Unido, pero su principal atracción tiene bastante poco de inglesa. Se trata de los mármoles del Partenón, que llevan desde 1801 fuera de Grecia después de que Lord Elgin, embajador inglés en Estambul, decidiera llevarse por su cuenta y riesgo 56 esculturas.

El Gobierno griego lleva 77 años reclamando su devolución, la última hace unos meses al príncipe Carlos, pero desde el British se desentienden.

Y no es la única obra que le reclaman, porque el gobierno de Chile también ha pedido el retorno de un Moai que se llevaron en 1868. La colosal escultura sufrió mucho durante su transporte, ya que perdió la pintura que la decoraba.

Desde el museo alegan el difícil transporte de estas piezas y la importancia de su conservación, aunque no ha sido así con otras ocho piezas sumerias de 5.000 años de antigüedad expoliadas durante la guerra de Irak en 2003, que fueron requisadas por la policía y pasaron al British. Ahora volverán a su país de origen.

Y lo que queda, porque el expolio continúa por ejemplo en Siria, donde una de las formas de financiación del Daesh es la venta de obras de arte robadas. "Ellos cuando se encuentran un yacimiento van buscando a ver si se encuentran cosas para luego poder venderlas en el mercado negro", dice la arqueológa Cruz Sánchez.

De ahí, muchas acaban en museos occidentales y constituyen por sí mismas, otra baja más de la guerra.