Para seguir el concierto de Marshmello había que seguir unos sencillos pasos. En primer lugar, buscar en el mapa del videojuego el lugar del concierto y después volar hasta allí a la hora acordada, el sábado pasado por la tarde.

Tras una seguida cuenta atrás empezaba un concierto de 11 minutos, virtual, pero al que acudieron a la vez 10 millones de jugadores. O más bien sus 10 millones de avatares o personajes, porque los jugadores estaban solos en sus casas alucinando.

Normalmente este juego consiste en matarse unos a otros, pero los creadores bloquearon las armas durante el concierto para que no hubiera crímenes frente al escenario. A cambio, les dieron poderes especiales para saltar en los momentos álgidos de la canción y que fuera más interactivo.

Pero la pregunta es, ¿dónde está el negocio?. Si alguien quería ir vestido como la estrella, el DJ Marshmello, podía conseguir su vestuario y, además, había pruebas para conseguir un arma con su careta, spray para grafitis o diferentes bailes para presumir en el concierto.

Esta vez eran gratis, pero basta con cobrarlas la próxima vez y el negocio está en marcha. El juego consigue más gente jugando más tiempo y el músico gana promoción y puede que dinero por ceder su imagen y su música.