El sonido de las burbujas es lo único que oía Jacques Cousteau, en lo que él llamaba 'El Mundo del Silencio'. Son muchas las generaciones que nos hemos tirado de cabeza a las profundidades del mar con sus películas.

Nos enseñó lo que nunca habíamos visto con sus nuevas cámaras acuáticas. Hasta entonces sólo conocíamos la superficie del mar. Sus primeras imágenes llegaron en 1942 y, después, vino lo mejor. Tiburones, ballenas, arrecifes de corales... secretos que estaban ocultos y que costó trabajo descubrirlos.

Juan Antonio, que trabajó con el comandante en varias expediciones, recuerda la dureza de aquellas investigaciones. "Una anécdota tal vez sería bucear en medio de la noche, a las dos o tres de la madrugada, con mucho plancton y salir del agua y decir 'He creado una constelación porque el plancton brillaba'", nos cuenta.

Su pasión por los océanos le llevó a crear verdaderos avances, como el sistema de submarinismo moderno. Con él consiguió moverse con total libertad bajo el mar sin necesidad de estar atado al barco cuando quisiera bucear.

Cada vez nos enseñó espacios más profundos. Bajó hasta los 80 metros con unas scooters y a más de 300 montado en otro invento: un platillo sumergible. En sus más de 40 años de viajes a bordo del Calypso y junto a su tripulación, Cousteau ya vio el riesgo que nos acechaba.

"Predijo la sobreexplotación de las pesquerías, habló sobre el cambio climático, la destrucción de hábitats submarinos…", asegura Pilar Marín, científica marina de Oceana. Un futuro desalentador que tampoco tuvo miedo de descubrirnos.