Es posible que si piensas en lluvias de estrellas tu cabeza se vaya al verano. La lluvia de meteoros más conocida es la de las Perseidas, que tiene lugar en agosto y que, si las condiciones meteorológicas y la luz de la luna (o, más bien, su ausencia) lo permiten, es uno de los espectáculos astronómicos más espectaculares del año. Sin embargo, en otoño todos los años se repite otra, la de las Leónidas, también con un nivel de espectacularidad muy alto y que, aunque más complicado por la estación meteorológica en la que tiene lugar, es un regalo para los amantes del cielo nocturno.
La de las Leónidas es una lluvia de estrellas que se origina de los fragmentos de basura espacial que interactúan con la atmósfera, procedentes del cometa 55P/Tempel-Tuttle. Se trata de un cometa pequeño, cuyo núcleo mide menos de 4 kilómetros de diámetro, descubierto en 1865.
Las Leónidas son meteoros muy brillantes que también pueden ser de colores —principalmente de color verde, como el de las auroras boreales—, que viajan a unos 70 kilómetros por hora, siendo de los meteoros más rápidos. También son conocidas por sus bolas de fuego y meteoros que rozan la tierra. Las bolas de fuego son explosiones más grandes, de luz y color, que pueden persistir más tiempo que una racha de meteoritos promedio, según la NASA. Esto se debe a que las bolas se originan a partir de partículas más grandes. Los meteoros que rozan la tierra son los que se acercan al horizonte y dejan largas y coloridas estelas en el cielo nocturno.
La lluvia de estrellas de las Leónidas tiene lugar siempre en el mes de noviembre, alcanzando su pico en torno a mediados de mes. Según el Planetario de Madrid, aunque la actividad de las Leónidas se enmarca casi todo el mes (del 6 al 30 de noviembre), la mejor noche para disfrutarlas es la del 17 al 18 de noviembre y, concretamente, su pico de actividad se prevé sobre las 06:33 de la madrugada del sábado 18 de noviembre. Este año, además, será fácil disfrutarlas (siempre y cuando el cielo no se encapote), debido a la fase lunar en la que nos encontramos: entre la luna nueva y el cuarto creciente, con una iluminación del 20%.
Las tormentas de Leónidas, cada 33 años
El cometa 55P/Tempel-Tuttle tarda 33 años en dar la vuelta alrededor del sol y esto hace que, cada 33 años, se produzca un fenómeno especial: se registra una tormenta de Leónidas. En 1966 —la imagen que ilustra este artículo es precisamente una fotografía de la NASA tomada en aquel año— tuvo lugar una tormenta de meteoros espectacular hasta el punto de que los observadores pudieron ver miles de meteoros por minuto cayendo a través de la atmósfera durante un cuarto de hora. Se vieron tantas estrellas que parecían caer como la lluvia. La última tormenta de Leónidas tuvo lugar en 2002, por lo que la siguiente se espera para el año 2035.
El radiante de las Leónidas es la constelación de Leo. El punto radiante es la zona de la que parecen provenir todos los meteoros, si prolongamos sus trazas. Todas las partículas entran paralelas en la atmósfera, pero al estar tan alejadas de nosotros la perspectiva hace verlas como provenientes de ese único punto.
La NASA recomienda que, para disfrutar de las Leónidas, no se mire únicamente a esta constelación. De hecho, sostienen, "es mejor ver las Leónidas lejos del radiante", ya que "parecerán más largas y espectaculares". En cambio, si enfocas la vista directamente al punto radiante verás que los meteoros son más cortos, gracias a un efecto de perspectiva llamado escorzo.