El lunes 23 de septiembre de 2019 tiene lugar el equinoccio de otoño. A primera hora de la mañana, a las 9:50 horas concretamente, se ha producido el cambio de estación que pone fin al verano en el hemisferio norte.
Pese a que lo normal sea que el otoño dé comienzo el 21 de septiembre, este año la fecha de inicio se retrasa hasta el día 23 del mismo mes. Y no es algo excepcional. La órbita que la Tierra recorre cada año alrededor del Sol hace que la fecha de arranque del otoño pueda oscilar entre el 21 y el 24 de septiembre.
La duración de ese movimiento orbital de la Tierra alrededor del Sol concuerda con la cadencia de años bisiestos. Por tanto, la fecha del equinoccio cambiará en función del periodo orbital, también cambiante de año en año. Los 365,24 días que tarda la Tierra en dar la vuelta al Sol implica variaciones en el tiempo que se van ajustando con el sistema de años bisiestos.
Este momento no es exclusivo de la Tierra, sino que todos los planetas del Sistema Solar lo experimentan. Los equinoccios marcan, junto a los solsticios, los cambios de estación. Con el del 23 de septiembre se produce el paso al otoño en los países del hemisferio norte y el comienzo de la primavera en los del sur.
Qué es el equinoccio
Los equinoccios son aquellos momentos del año en los que el día y la noche tienen la misma duración. Etimológicamente, la palabra "equinoccio" proviene del latín y significa "noche igual". El nombre hace referencia a que tanto la noche como el día tienen, en estos periodos, una duración igual de 12 horas.
En la Tierra se dan dos equinoccios cada año: el otoñal y el vernal. Estos tienen comportamientos opuestos en cada uno de los hemisferios. Además, las fechas de los equinoccios varía cada año de tal forma que se ajustan a la traslación de la Tierra sobre la órbita.
¿Por qué se producen?
Las estaciones están estrechamente ligados a la astronomía ya que vienen determinadas por la posición en el espacio del planeta respecto al Sol. Pero no por la proximidad o lejanía sino por la orientación respecto al astro rey.
Para comprender esto cabe recordar que la Tierra realiza dos tipos de giros. El primero de ellos, el de rotación, en el que gira sobre sí misma y que dura unas 24 horas, ocasionando los días. El segundo de los movimientos es el de traslación, en el que orbita alrededor del Sol. Para ello emplea unos 365 días y es lo que conocemos como año.
Durante la realización de estos giros, el eje de la Tierra está ligeramente inclinado, unos 23 grados aproximadamente. Esta inclinación provoca que, durante sus movimientos, la Tierra se sitúe en orientaciones diferentes respecto al Sol que dan lugar a las estaciones.
Debido a esto, se producen dos situaciones. Durante el "verano boreal", la Tierra está orientada de forma que el hemisferio norte recibe de manera más directa los rayos de Sol. Por contra, en el "invierno boreal" es el hemisferio sur el que se sitúa de manera más directa mientras que en el norte los rayos solares penetrarían de forma más inclinada.
En el momento de los equinoccios, se produce una situación intermedia. Es decir, ambos hemisferios presentan una orientación similar respecto al Sol. Tanto hemisferio norte como sur reciben los rayos solares con la misma inclinación. Durante este periodo, el Sol se encuentra en lo que los astrónomos denominan "ecuador celeste", que es la prolongación imaginaria del ecuador terrestre.
Además, cuando el Sol está en este ecuador celeste, le vemos salir exactamente por el punto cardinal del este y ponerse estrictamente por el oeste. Esto es algo extraordinario ya que el resto del año se mueve ligeramente hacia el norte o hacia el sur, dependiendo de la estación.
De esta forma, el recorrido del Sol por encima del horizonte (es decir, el día) es de 12 horas y exactamente igual por debajo del mismo. Esta igualdad entre el día y la noche es la que refleja la palabra "equinoccio".
Curiosidades de los equinoccios: mayas y marcianos
Los equinoccios son un evento que ha llamado la atención a otras culturas. Prueba de ello es El Castillo, una pirámide maya que puede encontrarse en la mexicana Chichén Itzá. En las puestas de sol de ambos equinoccios, esta construcción capta perfectamente la luz solar. Los rayos entran de forma exacta en la edificación con el ángulo justo que permite que en la escalinata se cree la figura de una serpiente. Incluso da la impresión de que el animal se desliza por las escaleras de la misma.
Como ya se ha mencionado, el equinoccio no es un fenómeno exclusivo de la Tierra sino que está presente en todos los planetas del Sistema Solar. El eje de Marte tiene una inclinación similar al de la Tierra por lo que presenta estaciones similares. Aunque la inclinación es parecida, la distancia respecto al Sol delplaneta rojoes mucho mayor, por lo que los inviernos pueden alcanzar hasta 154 días.
Aunque esta cifra se queda en nada comparada con las cifras de Urano. Su eje tiene una inclinación mucho mayor, de unos 90 grados. ¿En qué afecta esto? Básicamente, el planeta gira sobre un lado durante su órbita de 84 años dando lugar a inviernos de 42 años terrestres.