Cuando camina, cuando está parada o cuando se se sienta, Verena no para de toser en ningún momento. Así lleva seis meses desde que pasó el coronavirus y este problema le ha cambiado la vida.

Para empezar, cuenta a laSexta la joven de 16 años, ha dejado de ir a clase y cuando va por la calle, asegura, "la gente se aparta, te señala". A la presión social que siente, se suman otros problemas de salud que le provoca una tos que no cesa ni un segundo: daños en los nervios óptico y auditivo y también contracturas.

Junto a sus padres ha visitado decenas de médicos en toda España y hasta este momento ninguno le ha ofrecido un diagnóstico concreto. Su padre explica que algunos expertos creen que puede tratarse de un error cerebral: "De tanto toser, puede que se le haya quedado una orden en su cerebro que no pare de toser".

El COVID-19 fue un punto inflexión en Verena, y aunque esta tos es tan persistente, no está probado que sea una consecuencia directa del coronavirus. Para ayudar a la joven, un equipo interdisciplinar de médicos va a estudiar el caso para intentar dar una respuesta. En total, dos psiquiatras, una neurofísióloga y dos neurólogos.

A pesar de que Verena a veces se desespera, porque en estos duros seis meses no ha visto ninguna mejora en nada, no pierde la esperanza. "La sonrisa es lo único que no se pierde", asegura la joven, llena de positividad para acabar con la tos que le ha cambiado la vida.