Según los expertos, los delfines en libertad mantienen entre sí vínculos sociales como los humanos. Por ello, su encierro en piscinas es devastador según los expertos, ya que llegan se encuentran en "grupos forzados" que no son sus familias y de los que no pueden huir "si hay un encuentro agresivo". Además, un estudio de la Universidad de Sydney asegura que estos animales pueden morir y tener diversas enfermedades a causa del estrés.

Los zoológicos están amparados por la ley, ya que en teoría, cumplen las funciones de investigación, conservación y educación. Sin embargo, los activistas denuncian el sufrimiento de los animales en estos centros a los que, aseguran, "la gente no va para educarse". "Es un lugar de entretenimiento. La gente va allí sin pensar que hay animales que están sufriendo", denuncia Miriam Martínez, veterinaria y coordinadora de SOS DELFINES.

Estos centros reconocen la existencia del estrés en los delfines y trabajan ya en programas para detectarlo. "Hay que ser muy exigente porque se tiene que producir ese control veterinario y de gestión de los animales para que no puedan producirse problemas causados por nosotros", explica Jesús Fernández, director de Zoología de Parques Reunidos. Asegura, además, que tienen "unos estándares y una acreditación que superan con mucho lo que está establecido legalmente".

La polémica está servida a pesar de todo: de los 31 delfinarios existentes en Europa, España posee doce, contando el que está en construcción en Lanzarote, una cifra que dista mucho de la de países como Portugal, Francia o Italia, que cuentan con tres cada uno. Una campaña que emplea rostros de personas famosas para la causa denuncia que "si visitas centros que mantienen a delfines y orcas en cautividad, estás ignorando su sufrimiento", mientras otros sectores piden que no se pague por las visitas para no alimentar el negocio.