¿Qué hace que un coche sea "seguro"? Explicado fácil

Comprar un coche seguro no debería ser un misterio, pero las marcas se empeñan en llenarnos la cabeza con siglas raras y conceptos técnicos. Al final, lo que importa de verdad son tres cosas básicas: que no te mates si chocas, que el coche te ayude a no chocar, y que si pasa algo malo, tengas tiempo de reaccionar.

La carrocería: construida para romperse bien

Los coches actuales no están hechos para salir intactos de un accidente. Suena raro, pero es así. La chapa exterior y gran parte de la estructura están diseñadas para deformarse y absorber el impacto, como un casco de bicicleta que se rompe para proteger tu cabeza. Lo importante es que esa deformación sea controlada y mantenga intacto el habitáculo.

La zona donde van los pasajeros funciona como una cápsula blindada. Está reforzada con aceros especiales en los pilares, el techo y el suelo. Cuando ves un coche accidentado, muy aplastado por delante o por detrás, pero con las puertas que abren normal, significa que ha funcionado correctamente. La energía del golpe se ha ido por donde tenía que irse.

Los cinturones de seguridad son probablemente lo más importante de todo el coche. Parecen simples, pero llevan incorporados sistemas que los tensan en décimas de segundo cuando detectan una colisión. También tienen limitadores que evitan que aprieten demasiado y te rompan algo. Sin cinturón, el airbag más caro del mundo no sirve para nada.

Sistemas que frenan y corrigen por ti

El ABS es de lo más útil que se ha inventado. Antes, si pisabas el freno a fondo en una frenada de emergencia, las ruedas se bloqueaban y el coche patinaba sin control. Con ABS, el sistema va frenando y soltando rapidísimo para que mantengas el control del volante. Puedes frenar a tope y al mismo tiempo esquivar un obstáculo.

El control de estabilidad va un paso más allá. Vigila constantemente si el coche se comporta como debería según lo que tú haces con el volante y el acelerador. Si detecta que te estás yendo de culo en una curva, frena automáticamente las ruedas que considera oportunas para enderezar la trayectoria. Es como tener un copiloto experto que corrige tus errores.

Los sistemas más modernos incluyen frenado automático cuando detectan que vas a chocar con algo. Usan cámaras y sensores para medir distancias y velocidades. Si ven que no frenas a tiempo, lo hacen ellos solos. También están los que te avisan si hay un coche en el ángulo muerto o si te sales del carril sin poner el intermitente. No son perfectos, pero ayudan bastante.

Airbags y otras protecciones para el impacto

Los airbags han evolucionado mucho, desde los primeros que solo protegían al conductor. Ahora hay bolsas de aire por todas partes: frontales, laterales, de cortina que bajan del techo, e incluso algunos para las rodillas y entre los asientos delanteros. Se inflan en milésimas de segundo y crean una barrera blanda entre tu cuerpo y las partes duras del habitáculo.

Los reposacabezas también tienen su importancia, aunque la gente no les haga caso. Están calculados para evitar el latigazo cervical cuando te dan por detrás. La altura y la distancia a tu cabeza son críticas. Muchos coches nuevos tienen reposacabezas activos que se mueven automáticamente hacia delante cuando detectan una colisión trasera.

Incluso se piensa en la gente de fuera del coche. Los capós están diseñados para ser menos agresivos en caso de atropello, con estructuras que se deforman para reducir el daño al peatón. Algunos coches de gama alta hasta tienen airbags exteriores que saltan para proteger a quien se llevan por delante. Todo suma para hacer que los accidentes sean menos graves.

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