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Cinco cosas que hacemos mal y que nuestros vehículos odian en silencio
Todos cometemos errores al conducir y, muchas veces, nos pasamos ciertas cosas por donde no debemos. Nuestro coche, ese compañero silencioso que nos lleva a todas partes, sufre en silencio con algunos de nuestros hábitos. ¿Quieres saber qué cosas hacemos mal y que realmente le fastidian?

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Todos cometemos errores al conducir y, muchas veces, nos pasamos ciertas cosas por donde no debemos. Nuestro coche, ese compañero silencioso que nos lleva a todas partes, sufre en silencio con algunos de nuestros hábitos. ¿Quieres saber qué cosas hacemos mal y que realmente le fastidian? Aquí te dejamos las cinco más habituales y por qué deberías dejar de hacerlas ya.
1. Saltarse el mantenimiento regular: el clásico “ya luego lo hago”
Tu coche no es un robot indestructible, aunque a veces lo trates como tal. Saltarse el cambio de aceite, los filtros o las revisiones es como olvidarte de darle de comer: a la larga, las piezas se desgastan y el motor se queja en silencio. El aceite viejo no lubrica bien y el filtro sucio deja pasar suciedad que daña todo.
No hacerle caso a su "salud" puede acabar con averías gordas y gastos que te harán replantearte la idea de tener coche. Es como dejar de ir al médico y esperar que todo se arregle solo cuando ya llevas las arterias taponadas, pero peor, porque no hay magia que valga.
Así que, haz caso a ese libro aburrido llamado manual del propietario y programa las revisiones. Tu coche te lo agradecerá con muchos kilómetros y menos sustos en el taller.
2. Conducir con neumáticos desgastados o con presión incorrecta: como llevar unas zapatillas de mala calidad
Los neumáticos son los zapatos de tu coche, y andar con ellos en mal estado es como caminar con zapatillas rotas. Si están gastados o la presión está mal, aumentas el riesgo de accidente, el consumo de gasolina sube y el desgaste se hace irregular.
Además, si vas con poca presión, el neumático se calienta más y puede incluso reventar. ¿Quieres un susto en plena autopista? Pues es la manera de llevarte uno de aúpa. Por otro lado, demasiada presión reduce la adherencia y el confort.
La solución es fácil: revisa la presión al menos una vez al mes y cambia los neumáticos cuando el dibujo esté por debajo del límite legal. Así evitas problemas y ayudas a que el coche ruede mejor.
3. Ignorar las luces de advertencia: “¡No me hables, que estoy ocupado!”
¿A quién no le ha pasado? Ves que se enciende una lucecita en el tablero y piensas “bah, será una tontería”. Pues tu coche te está gritando que algo no va bien, y tú le haces caso omiso como si fuera el típico colega pesado.
Ignorar esas luces puede acabar en un motor sobrecalentado, problemas con la batería o fallos graves en la transmisión. Lo que empieza como un aviso pequeño, puede terminar en una avería que cuesta un pastizal.
Si ves que alguna luz se enciende, para en un sitio seguro y revisa el manual o llama al taller. A veces solo es un aviso leve, pero otras es una bomba a punto de estallar.
4. Conducir como si estuvieras en una peli de acción: mucho acelerón y frenazo
Seguro que te gusta pisarle al acelerador y frenar fuerte (a mí también). Hacerlo es adrenalina pura, pero tu coche no piensa lo mismo. Cada acelerón, cada frenazo brusco someten a un desgaste acelerado al motor, los frenos, y la caja de cambios.
A la larga, esto hace que los componentes se desgasten más rápido y que tengas que pasar por el taller con más frecuencia. Además, el consumo de combustible se dispara y las emisiones contaminantes también.
Para cuidar el coche y tu bolsillo, lo mejor es conducir con suavidad: acelera y frena poco a poco, y no abuses de las carreras urbanas. Tu coche te lo agradecerá con años y kilómetros sin problemas. No por nada se cotizan los coches de abuela en la segunda mano.
5. Usar mal el embrague en coches manuales: el enemigo invisible
Si tienes un coche manual, seguro que has oído eso de “no dejes el pie apoyado en el embrague”. Pues es verdad: dejar el pie en el pedal sin necesidad genera fricción y desgaste prematuro de la pieza.
Además, cambiar de marcha sin soltar bien el embrague o pisarlo a medias también acelera el desgaste y puede acabar costándote un dineral en reparaciones.
El consejo es sencillo: usa el embrague solo para cambiar de marcha, arrancar o parar. Cuando estés rodando, suelta el pedal para que no sufra. Tu embrague durará mucho más y evitarás sustos inesperados.
Cuida a tu coche, que es tu mejor aliado
Nuestro coche no habla, pero si pudiera, seguro que nos diría de todo por algunas cosas que hacemos sin darnos cuenta. Descuidar el mantenimiento, conducir mal los neumáticos, ignorar avisos, conducir como si no hubiera un mañana o abusar del embrague son hábitos que lo hacen sufrir en silencio como si fuesen hemorroides mecánicas.
La buena noticia es que todos estos errores se pueden evitar con un poco de atención y cuidado. Piensa en tu coche como ese colega fiel que siempre está ahí para ti. Trátalo bien y te llevará más lejos, con menos sustos y más kilómetros felices.
Así que ya sabes, la próxima vez que te subas al volante, recuerda estas cinco cosas y empieza a darle un respiro a tu compañero de viaje.
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