Busquen el uniforme de un sanitario –médicos, enfermeros, auxiliares–, el colectivo profesional más golpeado por la pandemia. Son ellos los que ven más de cerca al monstruo que los está literalmente diezmando. Son ellos los que más alto precio pagan la frivolidad de las decisiones de los políticos o su inacción. Busquen el uniforme de un sanitario, da igual que trabaje para la medicina pública o para la privada. Unos y otros llevan en su ADN el juramento hipocrático –"la salud y la vida de mi enfermo será la primera de mis preocupaciones"–; unos y otros batallan estos días con la misma entrega y espíritu de sacrificio, robándole horas a sus familias y jugándose el tipo en cada minuto de sus inacabables turnos. Son los mismos a los que nos permitimos despreciar y hasta agredir en un ambulatorio o en un hospital, los mismos que ven como cada año se reducen las plazas de MIR, los mismos que, tras muchos años de estudio, contemplan cómo se ha ido precarizando su trabajo.

Busquen el uniforme de un policía, de un mosso, de un ertzaina, de un policía local o de un guardia civil. Son ellos los que han suspendido permisos y vacaciones para hacer que la ley se cumpla. Son ellos los que se enfrentan a temerarios, irresponsables o imbéciles que desconocen o no les importa que en el cumplimiento de esta ley nos va la vida a todos. Son ellos los que acuden a las residencias de los mayores para atender a los más vulnerables ante la epidemia. Son ellos los que, con su presencia en las calles, las vacían para que el virus deje de extenderse. Son ellos los que atienden los episodios de violencia machista o de violencia familiar –hijos a padres, pacientes psiquiátricos…– que estos días de confinamiento han asomado con fiereza. Son los mismos que siempre están, que llevan la vocación de servicio a veces hasta las últimas consecuencias, los mismos a los que políticos de uno y otro bando utilizan al mismo tiempo que les niegan medios, los mismos contra los que se organizan campañas para expulsarlos de un territorio.

Busquen el uniforme de un militar. Son ellos los que están poniendo al servicio de los más vulnerables su capacidad logística, como siempre han hecho, pese a la cínica estupefacción del vicepresidente Iglesias. Son ellos los que se están ocupando de labores tan duras como la desinfección de espacios públicos y privados y son ellos los que, como nadie, llevan a la práctica el lema de los Navy Seal: "The only easy day was yesterday" (el único día fácil fue ayer). Son los mismos que salvan miles de vidas de inmigrantes en el Mediterráneo, los mismos que combaten el terrorismo yihadista allí donde nace, los mismos que acuden al rescate en cada nevada y en cada inundación y los mismos a los que aún hoy desprecian políticos de medio pelo envolviéndose en banderas.