Nos sobran los motivos, que diría Sabina, para tirarnos a las calles a gritar y quedarnos afónicas.

Nos sobran los motivos para gritar que nos han abandonado, que las mujeres estamos renunciando, que estamos dando pasos atrás, que muchas están confinadas con sus maltratadores, que otras están costeando con sus sueldos las medidas de conciliación que no han llegado, que casi todas están cargando con los cuidados, que muchas están tirando la toalla.

Nos sobran los motivos para gritar que estamos agotadas, que estamos HARTAS de sostener este sistema que no nos prioriza, que no nos pone en el lugar que debemos estar, arrastradas por un sistema que perpetua la desigualdad y el machismo porque enfrentarse a la realidad social, ponerle nombre, dedicarle presupuesto y ganas no interesa.

Llevamos un año en el que nos han sobrado los motivos para hacer la revolución en la calle. Pero nos faltaba tiempo. Porque estábamos ocupadas, intentando sobrevivir como podíamos.

Y ahora, ¿nos van a decir que sí podemos ir a las calles el 8 de marzo? A mí no me esperen.

Porque me sobran los motivos para quedarme en casa. Porque me duelen las personas que este dichoso virus se ha llevado por delante. Me duelen las sanitarias, los sanitarios, me duelen las familias abandonadas, me duelen las niñas y los niños olvidados, me duelen los parques infantiles cerrados, me duelen los comercios y los bares que han cerrado para siempre, me duelen los que hacen malabares para no cerrar, me duelen las autónomas y los autónomos que no llegan, me duelen tantas cosas, que son motivos de sobra para no manifestarme en la calle.

Lo que me faltaba es que sean las políticas y los políticos quienes nos digan si tenemos que manifestarnos o no. Ellas y ellos que deben legislar, que deben protegernos, que deben asegurarnos que esta crisis sanitaria y económica no acabe con nuestras esperanzas de una sociedad más justa, sostenible e igualitaria. Otra vez usándonos como arma política. Otra vez manchando el feminismo con un color. Otra vez dividiendo por interés propio. ¡Ya está bien! Este año no. Por respeto a todas y cada una de las mujeres.

Quizás nuestro silencio por una vez valga más que nuestros gritos ahogados durante toda la pandemia. Quizás la soledad de la calle les haga reflexionar:

¿Dónde están las mujeres?

Encerradas, abandonadas, olvidadas, calladas, silenciadas. Donde las queréis.

Pero como la fuerza que nos une va más allá de las calles, se demuestra a cada paso, se demuestra en cada gesto, se siente en nuestro día a día, tened claro que estaremos en las calles sin estar, que nuestra voz se escuchará porque la revolución está en cada una de nosotras, desde el día que dijimos BASTA YA en nuestra casa, en nuestro trabajo, en nuestro barrio, en nuestra calle. Y esa revolución NO LA PARA nada ni nadie.

Trabajen en políticas transversales de igualdad. Aprueben medidas de apoyo a los cuidados, a la corresponsabilidad, a la conciliación, a la violencia machista.

No salgan a la calle por nosotras. Trabajen por nosotras. Legislen por nosotras. Miren por nosotras.

Que a nosotras nos sobran los motivos para hacer la revolución desde el balcón de nuestra casa.