El chat de Malasmadres amigas está que arde y solo estamos en la primera semana de no conciliación del verano. Ayer entré para desahogarme porque esto de teletrabajar con las niñas tiene ese aire pandémico, que dispara mi cortisol.

—Esto no es conciliar, chicas les digo.

En la misma mierda, pero sobreviviendo dice A.

Es demasiado todo —dice B.

Carga mental por las nubes —dice R.

No tener comedor, lo peor que llevo —dice M.

Estoy agotada y encima no duermo con este calor —dice N.

En verano con la culpa a cuestas todo el santo día —dice L.

Me han denegado la excedencia y no sé cómo haré —dice R.

Yo me siento fatal de tirar de la abuela y dando gracias —dice B.

Me paso el día aparcando niñas —dice P.

—No te olvides de que hay otra vida, pero es más cara —sentencia A.

—Y con esto, pues ya estaría la terapia hecha —decimos riéndonos.

¿Ha cambiado algo? Sí y no. No cambia la realidad, pero cambia cómo nos sentimos. Saber que estamos todas en el mismo barco ayuda, consuela y alivia. Es en verano, sin duda, cuando me siento más Malamadre si cabe. Sobre todo, cuando escucho frases como: "No te quejes, podría ser peor" o el manido "no haber sido madre", pero se potencia al extremo cuando entro en redes sociales y escucho según qué cosas: "Los niños y las niñas deberían descansar, el campamento no es la mejor opción", escucho a una psicóloga en un reel. "Aprovecha el verano con tus hijos/as, te quedan menos veranos con ellos de los que crees", dice un experto en un post viral. "Es un momento estupendo el verano para mejorar la relación con tu adolescente", escucho en un vídeo haciendo scroll.

O mi favorita… "Los niños y las niñas no deberían escucharnos hablar de que no podemos conciliar y que estamos agotadas", debaten en un directo.

Pero, ¿de qué realidad hablan? ¿Ayuda esto a las madres? ¿Estamos siendo conscientes de la realidad que viven la mayoría de las familias en verano? Todas quieren poder disfrutar del verano, pero las situaciones no lo permiten. He preguntado a nuestras socias de 'Yo no renuncio' y algunos de sus mensajes me han hecho llorar. Les preguntaba "¿qué es lo que peor llevan?" y muchas confiesan sentirse mal, muy mal, con un coste personal y económico complicado de gestionar.

El debate no está en si los niños y las niñas necesitan campamento, la realidad es que lo necesitamos las madres y los padres para sobrevivir.

El tema no es ocultar que estamos agotadas y que no sabemos cómo lo vamos a hacer, la realidad es ser conscientes de que el cuidado es una responsabilidad social y que seguimos con un sistema de hace 40 años cuando la mujer, en su mayoría, renunciaba para cuidar y quedarse en casa. Ni todas las mujeres quieren quedarse a cuidar ni todas pueden.

Una de cada tres familias no puede permitirse pagar campamentos en verano. Y la solución estrella de muchas mujeres, que no cuentan con el apoyo de abuelas y abuelos, es la excedencia por cuidado o permiso sin sueldo.

Estos mensajes edulcorados al comienzo de los 'Juegos de la conciliación' lo único que consiguen es que nos sintamos peor, más frustradas, que se ponga el foco en nosotras: las madres, como si el problema fuera solo nuestro. Culpar a las madres de esta situación solo nos lleva a quitar responsabilidad a los gobiernos, que no han hecho nada de todo lo prometido, a las empresas que se ponen de perfil, sin comprometerse y a toda la sociedad que sigue mirándonos como si fuéramos las peores madres del mundo por soñar con huir a una isla desierta.

Así que, si te estás dejando la extra y tus ahorros en campamentos de verano, si has tenido que pedir, otra vez, ayuda a la abuela o el abuelo, si has tenido que coger un permiso sin sueldo, si no vas a coincidir en vacaciones con tu pareja, si has tenido que renunciar a tu empleo, si eres autónoma y teletrabajas pero no te salen los números, si eres monoparental o tienes un hijo o hija con discapacidad y sueñas con que llegue septiembre y el bendito colegio, porque es la única manera de conciliar en este país, RESPIRA porque NO ESTÁS SOLA.

Y recuerda: estamos en la misma mierda, pero sobreviviviendo. Y quedan diez domingos para septiembre.