Ni en festivo hay paz para las Malasmadres. ¿Acaso lo dudábamos? Cada noche sueño con dormir del tirón. Y oye, que no pierdo la esperanza. Pero no hay manera. Las patadas de la tercera se me clavan en lo más profundo de mi ser, cuando no me da un manotazo en la cara o pide teta. El caso es que hasta en esto hay desigualdad. La niña duerme en mitad de la cama y siempre tira hacia mí. Así que al tercer despertar me he desvelado. Me he arrastrado por el pasillo, he visto mi reflejo en el espejo y hasta me he asustado. ¡Vaya careto! Madre mía. Deseando estoy que llegue el martes para que vuelva la rutina y descansar del puente.

Para ser sincera el último despertar no ha sido por culpa de Lucía. He tenido una pesadilla. Una pesadilla de esas tan reales que te despiertas diciendo: "tranquila, Laura, no es real, respira". Esto me pasa por acostarme leyendo a Macron y su confinamiento con cierre de las escuelas en Francia durante al menos tres semanas. Menudo deja vu chungo de verdad queridas. Llevamos meses con el miedo en el cuerpo de que te llamen por contacto con un positivo en la clase de tu hija y ahora esto.

El caso es que he soñado que estábamos de nuevo confinadas. Si mi familia me lee dirá: "pero si llevas 3 días sin salir de casa casi". Ya, ya, pero lo he elegido yo. Y lo más importante: "las escuelas están abiertas".

Más allá de lo difícil que se haría la supervivencia de nuevo, no sé si nuestra salud mental sería capaz de aguantar un nuevo confinamiento. Sí, pensaréis, no te adelantes. Pero estoy en ese momento de contar la pesadilla para que no pase. Anoche me acosté con un whatsapp de mi amiga Paula de: "cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar". Y entonces un año después pienso: "si eso llegara, ¿habríamos aprendido algo?".

NA-DA

Ya se lo dije a la Ministra Carolina Darias hace dos semanas en 'El objetivo de Ana Pastor'. Las mujeres madres hemos costeado con nuestro sueldos, tirando de excedencias y vacaciones, la falta de medidas de conciliación. Y no solo con nuestros sueldos, sino también con nuestra salud mental. Y a nadie parece importarle. Las mujeres renunciamos, damos pasos atrás y la ministra me contesta: "La conciliación es una utopía".

Ser madre y profesional en España es una auténtica heroicidad. Pero no es una utopía. Si los y las dirigentes de este país se quedan en esa afirmación, ¿qué nos queda? ¿La resignación? ¿Me está diciendo que como es una utopía no se van a dar pasos para cambiar esta realidad que nos afecta a todos y a todas, pero sobre todo a nosotras, que renunciamos a nuestra carrera profesional y a nuestra vida porque aún no se entiende que el cuidado de los hijos y de las hijas es una responsabilidad social porque en ello está el futuro de la sociedad.

El alma a los pies. La misma desazón que me entró cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid decretó como día no lectivo el 4 de mayo por las elecciones. ¿Tan poco le importamos las familias y las madres? Y más me duele que estas decisiones o afirmaciones vengan de mujeres. Porque siempre he pensado que si más mujeres están en el poder nuestros derechos estarán representados.

Hacer no lectivo el 4 de mayo por las elecciones es un gran símbolo que me demuestra que después de un año sin medidas de conciliación, dejando a las familias abandonadas y demostrando que la infancia no importa, no solo no hemos avanzado sino que ya hemos dado pasos atrás en derechos. Una decisión así nos deja claro que la política no está al servicio de la ciudadanía, sino que es la ciudadanía la que está al servicio de la política.

La semana pasada me llamaban de la tele para comentar la ingeniosa jugada. Antes de mi intervención, en la que puse de manifiesto la vergüenza de permitir que esto suceda, un reportero en la puerta de un colegio preguntando a las familias cómo iban a conciliar. Una mujer decía que ella tenía suerte porque con ella vivía la abuela. Otra decía que cogería días de vacaciones y la última tenía también la suerte, así lo decía, que estaba en paro y no tenía problemas para votar y estar con los niños.

Lo peor de estas respuestas es que en ningún momento se denuncia la decisión política. Nos hemos acostumbrado a que no se nos tenga en cuenta, nos hemos acostumbrado a que no somos prioridad. Nos hemos acostumbrado a que lo personal es privado, cuando debería ser público y político. Nos hemos acostumbrado a demasiadas cosas este último año.

No se rían de nosotras en nuestra cara, que duele y mucho.

Y por último, si en algún momento señora ministra de Sanidad se le viene a la cabeza la posibilidad de cerrar las escuelas, recuerde lo que me dijo de que la incidencia del dichoso virus ha sido muy baja en los centros educativos. En ese momento me lo decía para callarme y que no me quejara de la conciliación, pero espero que use ese dato del 0,4% de las clases confinadas en España para que no sea la solución cerrar los colegios y abandonarnos de nuevo.