Aunque dicen que “hasta el 40 de mayo, no te quites el sayo”, este fin de semana el tiempo nos ha recordado con sus altas temperaturas que estamos en primavera. Las horas de luz se van alargando y los termómetros van subiendo. Aunque las lluvias y los días grises también hagan su aparición de vez en cuando.
Además, empezamos a ver en los mercados frutas y verduras de esta temporada, como las fresas, algunas sandías, los primeros melones, incluso albaricoques. Pero si tuviera que elegir un color para definir esta estación del año sería el rojo, por todas las frutas de este color que ahora inundan las estanterías.
Pero no es lo único que nos recuerda que estamos en la estación de las flores, el cansancio, entre otras cosas, nos recuerda que hemos llegado. Los pies nos pesan, las jornadas laborales se nos hacen eternas, y una sensación de cansancio generalizada parece que nos impide disfrutar del día una vez concluido el trabajo, cuando aún quedan horas de sol.
¿Qué es la astenia primaveral?
Cambios de humor, sueño alterado, fatiga o, simplemente, una falta de vitalidad y energía pueden ser algunos de los síntomas del cansancio típico de estas fechas que denominamos astenia primaveral, porque suele aparecer en las primeras semanas de esta estación, o, más acusadamente, cuando se avecina el buen tiempo.
Aunque en la comunidad médica y científica hay una discusión de si se puede considerar un cuadro patológico o no, y sobre todo, de cómo debe ser tratado, lo cierto es que sucede y lo padecemos.
Fundamentalmente se suele deber al cambio del tiempo, a la subida de temperaturas y de la presión atmosférica, que se conjuga con otras circunstancias como el aumento de horas de luz, el cambio de horario cuando adelantamos los relojes, y la modificación de nuestras rutinas diarias como consecuencia de querer aprovechar todo lo anterior y disfrutar de más ocio.
Todo ello hace que el cuerpo se vea alterados los ciclos circadianos, los cuales están regulados por hormonas como las endorfinas, el cortisol, o la melatonina, entre otras. En el fondo, el cuerpo debe ajustar estas hormonas a las nuevas circunstancias y por ello aparecen estos síntomas tan típicos. Sálvese la distancia, es como si el cuerpo se despertara de una hibernación para prepararse para el verano.
Y aunque de forma general suele desaparecer en varias semanas por sí sola, dependiendo de cada persona, puede que se haga mucho más cuesta arriba, especialmente en personas con alguna patología como los alérgicos al polen, donde a la astenia se suman los síntomas típicos de este trastorno.
Alimentos para la astenia primaveral
Aunque los milagros no existen, y muchas de las pastillas que nos venden para estos síntomas es más placebo que ciencia, es verdad que ciertos alimentos podrían tener un efecto leve para ayudarnos a superar esta etapa y volver al estado de energía que teníamos y que anhelamos.
El primer consejo es claro: no tomar vitaminas. La automedicación nuca es buena, y, por muy “natural” o “dietético” que sea algo, tampoco es la primera ni mejor opción. Si la dieta es buena y adecuada, nuestro cuerpo va a obtener todas las vitaminas y minerales que necesita, sin necesidad de ningún “extra”, salvo que el médico o el dietista-nutricionista nos lo prescriba.
1. Fresas y fresones
¡Y encima están de temporada! Ambos (ya que no son lo mismo, y cuando los pruebas por separado, la diferencia queda de sobra patente) son ricos en vitamina C, uno de los grandes antioxidantes, además de esencial para el sistema inmunológico. Pero, además, las fresas y fresones cuentan con más antioxidantes y sustancias antiinflamatorias. Unas grandes aliadas ahora que nos vamos a exponer más horas a la luz del sol.
2. Plátanos
Lejos de engordar y todos los mitos que le acompañan, los plátanos pueden ser unos grandes aliados en primavera. Son ideales para darnos un chute de energía saludable, y para evitar las bajadas de potasio, por lo que, ya sea como fruta, o en batido para refrescarnos, pueden ser una opción ganadora.
3. Frutos secos
Como diría mi señora madre: “¿y cuando no es fiesta?” Y es verdad que no me canso de recomendar el consumo de un puñadito al día de frutos secos tostados sin sal o al natural, pero, una vez superada su fama de “engordar”, todo lo que queda de ellos no son más que ventajas. Ya sean pipas de girasol, de calabaza, maíz, almendras, anacardos, nueves o avellanas, todos son ricos en grasas esenciales y cardiosaludables, además de darnos un empujoncito de energía saludable. Van bien como media mañana, merienda, solos, en yogur o en una ensañada de frutas.
4. Espárragos
Da igual si son blancos o verdes. Los espárragos son muy versátiles en la cocina, y, además, son grandes diuréticos para evitar las retenciones de líquidos que también puedan darse en estas fechas. Ahora mismo son su mejor momento, por lo que pueden ser un indispensable de nuestra cesta de la compra.
5. Agua
La gran olvidada siempre y que es indispensable cuando suben las temperaturas, y que, para más “inri”, la solemos desplazar por otras bebidas que, aunque refrescantes, no son tan saludables, ni de lejos, como la misma agua. ¿Cuánta hay que beber? Toda la que sea necesaria para calmar la sed, prestando especial atención a niños y ancianos que son los que más fácilmente pueden deshidratarse.