Permítanme empezar con una cita que se encontró tallada en vaso de arcilla encontrado en unas ruinas de Babilonia. Los estudiosos datan esa vasija en unos 2000 antes de Cristo, es decir, esta frase que van ustedes a leer tiene 4000 años de existencia:

“Esta juventud está malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos, Ellos jamás serán como la juventud de antes”.

Ahora bájense al bar que les pille más cerca de casa, pidan un café y esperen pacientemente a que en la televisión del local salga alguna noticia que implique a gente joven para decir algo del tipo: “Ay que ver, esta juventud”… Si los parroquianos son como los de mi bar, y creo que como los de todos los bares, no tendrá usted que esperar mucho para escuchar una frase, si no idéntica, parecidísima a la babilónica. Probablemente se haya sustituido la palabra malhechores por gentuza y se haya sembrado la frase de palabras malsonantes para hacer eso que entendemos que es dar más fuerza a nuestros argumentos.

Como supongo que no seré el primero que investiga por qué se da este lugar que, a base de común se ha vuelto rancio, evitaré los estudios sociológicos de cómo la conciencia de grupo generacional nos hace ver a los que vienen detrás con una mezcla de displicencia y envidia porque ellos tienen por delante lo que nosotros ya vamos teniendo a la espalda.

Tampoco diré, por obvio, que medimos a la juventud que nos sucede con los conocimientos y la experiencia que nosotros sí tenemos y ellos deben adquirir y esa tarima de superioridad nos hace despreciar sus capacidades aún germinando. No deja de ser como quien ve ahora una película de ciencia ficción de los años 40 y se ríe de lo postizos que parecen sus efectos especiales comparados con los de ahora en lugar de hacer el esfuerzo de trasladarse a la época en que fueron hechos para ver el mérito que tiene su esfuerzo con los recursos con los que contaban entonces. Soberbia, falsa superioridad y un poquito bastante de envidia. No va a Antonio López a observar los dibujos de Altamira para mesarse la perilla condescendiente ante la simplicidad de sus figuras hechas con cinco rallajos y un círculo.

No estoy negando que haya, en este momento, jóvenes ociosos, ignorantes, vagos o directamente superficiales. Estoy tratando de que hagan un esfuerzo por recordar cuántos de estos e incluso peores conocieron también en su juventud, cuántos, por mucha cultura del esfuerzo que supuestamente hubiéramos heredado, eran también auténticos zotes, banales y amigos del mínimo esfuerzo. La edad no es una garantía de adquisición de sabiduría, conozco muchos ancianos tontos, suficientes como para que destaquen los sabios que también conozco. Ancianos que han tenido, obviamente, más experiencias que esos jóvenes que criticas pero que no han sido capaces de aprender de ellas quizá simplemente de superarlas porque todo se supera, pero la experiencia no da la sabiduría, la capacidad de aprender de lo que nos pasa es lo que la da, y, si son ustedes honestos, no toda la gente de su generación que conocen se han preocupado de hacer ese esfuerzo intelectual.

Al argumento de los 4000 años de antigüedad se ha añadido otro latiguillo: Los jóvenes están tontos con las redes. Es sencillo quedarse en la superficie de que los Youtubers son niñatos idiotas pegando gritos y que esta juventud está atontada con ellos sin pensar en la cantidad de horas que pasamos nosotros viendo televisión basura o sin conocer a YouTubers como Jaime Altozano y la labor que hace por acercar la música clásica a esos jóvenes a los que desprecian. O Sebas G. Mouret haciendo los mismo con los libros. O Antonio García Villarán hablando sobre Historia del Arte y enseñando a pintar en tutoriales.

Es fácil también pensar que Instagram, esa red social que les fascina, sólo está llena de fotos de gatos, atardeceres y chicos y chicas poniendo morritos. Pero una sencilla búsqueda les descubrirá canales apasionantes dedicados al arte del Lettering (El hijo occidental de la caligrafía china) como el de Beltulip, a la fotografía como el de JeosMphoto o cuentas de Twitter enfocadas al cine como la de OKInfografía.

Por supuesto que hay de todo, pero también hay esto, por supuesto que la juventud incluye todo, pero también esto. Háganse un favor y miren a lo que viene, por egoísmo, por no despegarse de aquello que tuvieron y ya han decidido dar por superado. Un hombre empieza a morir el día que piensa que ya lo sabe todo, que el futuro sobra. Ese día, sin darse uno cuenta, abandona la capacidad de sorpresa, la curiosidad y va convirtiéndose, sin darse cuenta, en una vasija babilónica. O, peor, en columnista pollavieja.