El verano se termina, amigas, y estaremos todas de acuerdo a 19 de agosto que audiovisualmente 'Euphoria' ha sido la reina de nuestra temporada estival. Esta adaptación de una miniserie israelí, creada por Sam Levinson para la HBO, es una inmersión violenta y fascinante en el mundo adolescente de hoy, concretamente en la denominada generación post-milennial o generación Z, esa nacida después del 11 de septiembre de 2001. Ahora hablamos.

'El cuento de la criada' ya la hemos dado por perdida, francamente. Lo hicimos desde el primer capítulo de esta tercera temporada inútil, desnortada, sin sentido… tú lo sabes. Ni siquiera el final, ni siquiera el último capítulo (sé sincera contigo misma), aunque te haya emocionado, es un final que haga honor a las sensaciones que tuviste cuando terminaste la primera temporada. La cuarta ya debería ser la última. La cara de ira y de frustración de June no da para más.

De 'Big Little Lies' mejor no hablar. Esta segunda temporada no la ha podido salvar ni Meryl Streep. ¿De verdad te han interesado ni lo más mínimo las vidas de estas señoras de Monterrey? O sea, menos los ratitos de Laura Dern, que es puro espectáculo y puro carisma, asistir al devenir de estas mujeres tras el gran trauma del final de la primera temporada ha sido un verdadero tostón. O peor, nos ha dado exactamente igual. ¿No? Sí…

'Euphoria'. Vamos a ver. Esta serie estéticamente fascinante, repleta de trucos de cámara y atuendos de diseñadores de miles de dólares, en la que Drake presta su nombre como productor ejecutivo y los episodios brillan como vídeos musicales, analiza los demonios de una juventud americana hipersexualizada, nihilista, violenta, sin referencias, saturada de apps y redes sociales, que huye continuamente y sin mirar atrás, en plena fase de (de)construcción. La serie es pesimista: las drogas, el alcohol, las adicciones, la melancolía, la masculinidad tóxica (esto a tope) y la desesperanza en plena era Pornhub enmarcan el subtexto del relato. Eso sí, con bien de purpurina. La juventud es un naufragio deslumbrante.

En 'Euphoria' (serie en la que por primera vez se equilibra la balanza y podemos ver en la pantalla tanto órganos sexuales femeninos como masculinos; incluso, fíjate, banalizando el pene, mostrado aquí sin ningún tipo de pudor y en todos sus estados), Rue, interpretada magistralmente (pero una cosa de no creer) por la artista Zendaya, es una adolescente que acaba de salir de una clínica de desintoxicación. Ella ejerce como narradora en voz en off, y en cada capítulo nos va hablando de su entorno: Jules, una joven transgénero vestida de Sailor Moon que rápidamente se convertirá en su mejor amiga y amor platónico, y que le ayudará a llenar el vacío existencial que solo logrará superar colocada hasta las trancas; Lexi (Maude Apatow, hija de Judd), amiga desde la infancia; Kat, adolescente con sobrepeso que descubre su sexualidad exhibiéndose en webs porno; Nate el malo, malísimo de la serie, un psicópata machista carcomido absolutamente por su sexualidad que no termina de definir; o Cassie, lolita sexy atormentada por un pasado sexual que la masculinidad tóxica no termina de dejar de juzgar.

La serie es un portento a pesar de su mensaje derrotista. Y pese a los dos últimos capítulos que flojean un poquito o directamente sobran. Pero mira, hazme caso, es un serie referescante y chisporroteante. ¡¡Es diferente!! Y con eso deberá bastarte. ¡Míratela, es un festín!